Tiempo Argentino | Panorama económico
Aunque con recetas neoliberales, queda claro que el FMI posee un mensaje diferenciado para cada país.
Por Carlos Heller
El FMI acaba de finalizar la revisión habitual denominada Artículo IV de varios países desarrollados, y sus recomendaciones no se han hecho esperar. Llama la atención que para la mayoría de los países la receta continúa siendo la profundización del ajuste, salvo en el caso de Alemania y Francia, naciones a las cuales el FMI les solicita ir más despacio en la consolidación fiscal (eufemismo por reducción del déficit), con un lenguaje extremadamente cauto en sus observaciones.
En el caso de Francia, el Fondo mantuvo su pronóstico de contracción del PIB del 0,2% para este año, y sugirió que "el ritmo del ajuste debería ser aliviado en 2014 en relación a planes actuales para sostener la recuperación". El organismo internacional propuso que todo el ajuste se realice sobre la reducción del gasto y evitar, como propuso el presidente francés, François Hollande, que el esfuerzo fiscal también provenga del aumento de impuestos, una parte de estos resultante de gravámenes a las grandes fortunas, mientras que para el próximo año se incrementaría el impuesto al gasoil.
Según lo publicado en la consulta del Artículo IV para Alemania, los directores "animan a un reajuste de la política en el caso de que el crecimiento sea menor del esperado", aunque se sugiere que esta rectificación debe pasar por una política de estímulos económicos más proactiva.
Otro de los ejes del informe sobre Alemania es la importancia del país como ancla de la estabilidad regional, y por ello los directores señalaron que "una clara transmisión a la sociedad de una visión de largo plazo, que apunte a una mayor integración económica y financiera entre los miembros de la Unión Monetaria y Económica, generaría un anclaje crucial para las expectativas de los hogares, empresas y el sistema financiero". Llama la atención en todo el informe el lenguaje muy cuidado que utiliza el FMI para indicar que Alemania debería hacerse cargo de su responsabilidad en el sostenimiento de la zona euro y de su moneda.
En Japón, el nuevo primer ministro Shinzo Abe decidió aplicar políticas de fuerte expansión monetaria y estímulos fiscales a partir de diciembre de 2012, que han sido conocidas como "Abenomics", para combatir la deflación y más de dos décadas de estancamiento. El resultado ha sido muy promisorio, dado que se espera que Japón crezca este año al 2% y que se deje atrás la deflación, un fenómeno muy dañino para el crecimiento.
Si bien el FMI destacó que el panorama a corto plazo ha mejorado gracias al plan de estímulos adoptado, instó a Japón a adoptar un plan fiscal para contener los riesgos y reducir la incertidumbre política, y colocó especial énfasis en reclamar los ajustes estructurales faltantes, entre ellos la desregulación de los servicios y de la agricultura, así como un aumento en el IVA al 10% (actualmente está en el 5%). Más aun, el informe elaborado por el FMI según el Artículo IV incorpora varios gráficos, indicando cómo las variables evolucionarían mejor si la Abenomics completara las reformas estructurales que plantea el organismo. Se expresa clara y dramáticamente que "la ausencia de reformas estructurales y fiscales creíbles podría presionar la confianza y afectar el éxito de las reformas iniciadas. Esto no sólo sería perjudicial para Japón, sino también para el resto del mundo". También se insiste en la consolidación fiscal, al sostener que "será necesario un ajuste significativo en la próxima década", un comentario sin medias tintas, pensando principalmente en la reducción de la deuda pública bruta, que actualmente ronda el 247% del PIB.
Un caso interesante es el de Islandia, un país que encaró políticas distintivas a partir de la crisis financiera de 2008. Los activos de los tres principales bancos de Islandia sumaban, hacia mediados de 2008, 13 veces el PIB del país insular. Con la crisis, Islandia dispuso nacionalizar los tres bancos, garantizando los depósitos de los islandeses pero sin pagar las obligaciones externas de estos bancos, esta última decisión votada en dos sucesivos referendos. Con la crisis también se produjo una fuerte depreciación de la moneda local, la corona islandesa, sostenida con controles de capital y un endurecimiento de la política monetaria. Según el FMI, que mantiene un programa de monitoreo con el país, "a cuatro años, la decisiva implementación de las medidas está dando frutos y la economía está recuperándose gradualmente"; "los controles de capital terminaron con una espiral viciosa de depreciación e inflación, y ayudaron a estabilizar la economía".
El problema que enfrenta Islandia, además de los juicios de los acreedores externos, es el elevado nivel de deuda de las familias, que se está pensando en reestructurar. No obstante las loas a los controles de capital, el FMI recomienda ir saliendo ordenadamente de los mismos, aunque reconoce que ello puede generar una fuerte sangría en el balance de pagos. Una recomendación que de aplicarse favorecería ampliamente a los inversores externos, pero implicaría altísimos costos para la economía insular.
Después de una fuerte caída, el PIB creció el 2,9% en 2011 y un 1,6% en 2012, esperándose un 1,9% para este año. El desempleo, que llegó al 8,1% en 2010, se espera que cierre este año en el 5,1 por ciento. Son datos de una economía que dispuso una mezcla de políticas heterodoxas y ortodoxas para enfrentar la crisis, obteniendo mejores resultados que otros países europeos, no sin grandes costos, aunque tiene por delante la decisión de encarar una reestructuración de deudas que no será fácil.
El listado de esta nota cierra con España y la solicitud del FMI para que se reduzcan los salarios un 10%, con el posterior apoyo de la Comunidad Europea a dicha medida, en medio de la grave recesión por la que está atravesando el país ibérico. El consumo personal cayó un 2,2% en 2012 y se espera que siga cayendo un 2,7% este año, además de una tasa de desocupación de más del 26%, que el FMI estima que no bajará del 25% antes de 2018.
El informe del Artículo IV consigna que "el crecimiento ha sido negativo en los siete últimos trimestres, el desempleo ha alcanzado niveles inaceptablemente elevados, y persisten las condiciones de financiamiento restrictivas para la pequeña empresa". También reconoce que "se instituyó una reforma profunda en julio de 2012 para que las empresas puedan ajustar mejor las condiciones de trabajo (incluidos los sueldos)".
También reconoce que la competitividad de la economía ha mejorado, pero que ello se ha logrado exclusivamente por un aumento de la productividad laboral y no por reducciones salariales. El informe expresa que se necesita aumentar la flexibilidad interna, y reducir la dualidad del mercado laboral; en palabras del jefe de la misión española del FMI, todavía hay muchos contratos laborales estables y bien pagos. Los sindicatos le contestaron firmemente, rechazando la medida y comentando que los salarios ya han bajado más de un 6% desde 2010, y el desempleo sigue aumentando.
En el contexto de los ya duros ajustes producidos, continuar descargando los costos sobre los trabajadores sería un nuevo duro golpe no sólo sobre las condiciones sociales, sino también sobre el consumo privado y la economía en general.
Queda claro que el FMI posee un mensaje diferenciado para cada país; mientras que en las dos potencias europeas sus recomendaciones, orientadas a disminuir el ajuste fiscal, son realizadas entre algodones, en el resto de los países expresa francamente sus opiniones favorables a la reducción de gastos públicos y salarios, medidas que conducen a una mayor recesión como ha sido ampliamente demostrado. No obstante, en todas las observaciones, es el ideario neoliberal el que guía las recetas.