El desacople es necesario

07/06/2021
Según la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los precios mundiales de los alimentos subieron en mayo al ritmo mensual "más rápido en más de un decenio". Un país como Argentina que produce todos estos bienes y que por esa misma razón enfrenta una coyuntura internacional favorable, no puede ser "víctima de sus ventajas".
Gondola de supermercado

Ámbito Financiero | Opinión

Por Carlos Heller 

Según un informe de la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los precios mundiales de los alimentos subieron en mayo al ritmo mensual “más rápido en más de un decenio”. El índice de precios de los alimentos de mayo se situó 4,8 puntos por encima de abril, y 39,7 puntos más que en mayo de 2020. En el informe se detalla que, por ejemplo, los cereales aumentaron un 6,0% mensual (la producción está cerca de niveles récord), los aceites vegetales un 7,8%, y el azúcar 6,8%. Las subas han sido verdaderamente impactantes.

Esto nos lleva a la misma cuestión de siempre: un país que produce todos estos bienes y que por esa misma razón enfrenta una coyuntura internacional favorable, no puede ser “víctima de sus ventajas”. Por eso es preciso establecer mecanismos para el desacople entre los precios externos y los domésticos y que de esta forma no se vea más castigado el nivel de vida de las personas. Es uno de los grandes desafíos que el gobierno tiene por delante.

Las cotizaciones internacionales pueden depender del clima y las cosechas, de la demanda externa, e incluso de factores especulativos. Pero los valores internos no pueden responder a ellos, sino que deben estar en sintonía con los costos y la realidad del país. No se está diciendo que se produzca a pérdida sino que las rentabilidades estén dentro de márgenes razonables. Que se garantice el abastecimiento local a valores accesibles, mientras que la parte restante podrá ser colocada en el exterior según los parámetros internacionales. Esto último, de hecho, es algo que le permite al país reforzar su posición de reservas.

La verdadera síntesis del debate es si las reglas las establece el mercado o si es el Estado el que guía el proceso. Si lo hace el primero, prevalece la máxima ganancia. Cuando es el Estado el que regula, aparecen distintas herramientas como los subsidios, las retenciones, la disponibilidad de financiamiento, los cupos, etc. Como dijo el Presidente en el discurso ante la Asamblea Legislativa en marzo, si no alcanzan los acuerdos se avanzará con las potestades legales con las que cuenta el gobierno.

En este momento se está conversando para arribar a una canasta de 120 productos a precios congelados hasta fin de año, también se sigue negociando con el sector de la carne, y se acaba de cerrar un acuerdo con las empresas del sector lácteo para contar con 27 millones de litros de leche a precios subsidiados, entre otras medidas.

Hemos explicado infinidad de veces que el gobierno ha logrado alinear las variables cambiarias, fiscales y monetarias, pero no logró aún que los precios converjan a ellas. No hay un tema de costos sino un intento de aprovechar una coyuntura de mayor demanda interna y de mayores precios internacionales para obtener mayores ganancias.

En este marco, no es justo que las consecuencias las paguen los trabajadores y las trabajadoras, ya que hasta ahora no han sido los salarios los que estuvieron por encima de los precios, sino al revés. No obstante, no hay que perder de vista el objetivo de que los salarios y las jubilaciones recuperen poder de compra, por encima del aumento de los precios. Son discusiones que se están dando y que naturalmente forman parte de la puja distributiva.

En cuanto al informe en el Senado que brindó el jefe de Gabinete de Ministros, Santiago Cafiero, algunos medios afirmaron que el gobierno “reconoció” que la inflación podría llegar al 33%. No obstante, el funcionario mencionó lo que dice el Presupuesto 2021, que contempla un rango de más menos cuatro puntos respecto del valor central (29%). Esta es la proyección que se aprobó a finales del año pasado.

Por eso desde el Estado se seguirá trabajando para que las medidas que se están adoptando rindan sus frutos durante el segundo semestre y que el aumento de los precios no esté disociado de lo que ocurre con el resto de las variables. La idea nunca fue pasar del 53,8% de inflación de 2019 a un dígito en un año. Se trata de transitar un proceso de descenso gradual, ordenado y sostenible desde lo económico y lo social, al tiempo que la economía crezca con equidad distributiva.

Nota publicada en Ámbito Financiero el 07/06/2021