Página/12 | Opinión
Por Carlos Heller
No es magia, es trabajo sostenido. El Gobierno sabe cuál es el camino y lo transita con decisión. No promete una recuperación repentina: propone esfuerzos cotidianos y resultados graduales. Ese hacer constante y riguroso va produciendo frutos. Por ejemplo, la actividad económica continuó en septiembre con su proceso de mejora. Según el Índice de Producción Manufacturera del Indec, la actividad mostró en septiembre un crecimiento del 4,3 por ciento respecto al mes anterior, y un aumento del 3,4 por ciento respecto a igual mes de 2019, cuando todavía no se había producido la irrupción del virus. El índice de la Construcción evidenció en septiembre un incremento del 3,9 por ciento respecto al mes anterior, superando los niveles de febrero pasado. La producción de acero en octubre fue un 3,2 por ciento mayor a la de septiembre pasado, y un 15,4 superior a octubre de 2019.
Este aumento de la demanda de acero, según un diario económico, se originó en el sector automotriz, que en septiembre creció un 16 por ciento; en la rama de la maquinaria agrícola, que tuvo en agosto una expansión del 56 por ciento; y en el área de los electrodomésticos, que se benefició con un mayor acceso al financiamiento. La producción de cemento también mostró dos meses consecutivos de aumento desestacionalizado y ya está incluso por encima de los niveles previos a las PASO de 2019.
En paralelo, la recaudación tributaria subió en octubre un 43,9 por ciento interanual, observándose por segundo mes consecutivo un aumento superior a los 5 puntos porcentuales en términos reales.
Este proceso de recuperación se produce a nivel local y global, aunque condicionado por cómo evolucione la pandemia en el mundo. Tiene su lógica: tras la gran compresión producida por las restricciones ocasionadas por la irrupción del virus, ahora transitamos un proceso de descompresión y de principio de mejora. Pero no se trata de una recuperación espontánea: las medidas de asistencia que el Gobierno impulsa, pese a las limitaciones del escenario en el que opera, explican en buena medida este proceso de mejoría inicial. Por ejemplo, si crecieron las exportaciones de oleaginosas es porque hubo políticas para incentivar esas exportaciones. El lanzamiento de líneas de créditos para la construcción, el anuncio de un plan de obras públicas que va a destinar muchísimos más recursos de los que estaban previstos para este año, la continuidad de los programas para sostener el empleo, entre otras políticas públicas, van en la dirección de promover este proceso de expansión.
Además, el Gobierno tiene en preparación otras medidas. Por ejemplo, el ministro de Economía, Martín Guzmán, anunció en la semana que se trabaja en continuar reduciendo la brecha en el mercado cambiario y en construir “un puente de estabilidad”, mientras se elabora un “programa de estabilización macroeconómica plurianual” para enviar al Parlamento. Guzmán agregó que en ese programa “se define cómo se van a poner en orden las cuentas de la economía, la parte externa, la acumulación de reservas, la parte fiscal, al mismo tiempo que la economía se va recuperando”. También señaló este jueves que “en cuanto a las presiones devaluatorias, hoy contamos con los instrumentos para continuar con la política cambiaria que nosotros consideramos sana para Argentina, que es que el dólar vaya de la mano con la inflación en lo que es el tipo de cambio oficial. En los últimos once días la situación ha mejorado en el frente cambiario, se ha reducido fuertemente la brecha, que era un tema que nos ocupaba”.
Lo veníamos diciendo: los aumentos de los tipos de cambio no oficiales son brutales maniobras especulativas en busca de una devaluación. Pero los países devalúan cuando se quedan sin dólares o cuando hay atraso cambiario y ése no es el caso de nuestro país. En Argentina hay superávit comercial. Es decir: ingresan más dólares de los que salen porque hay más exportaciones que importaciones. El Presupuesto que ya tiene media sanción de Diputados estima alcanzar los 17 mil millones en 2020 y 15 mil en 2021. Además, no se pierden dólares por turismo porque ello sucede cuando hay una mayor cantidad de argentinos que pasan sus vacaciones fuera del país con relación a la cantidad de extranjeros que pasan las vacaciones en la Argentina. En la misma línea, hay controles de capital que evitan la salida de dólares (impuestos por el gobierno anterior y que el actual gobierno ha mantenido). Y no hay pagos de deuda externa en el corto plazo, dada la reestructuración de la misma con acreedores privados.
En un contexto inflacionario como el que Argentina sobrelleva hace años, la devaluación aceleraría el aumento de los precios. Si se incrementa la inflación, los ingresos se retrasan, el consumo se retrae y la economía se hace recesiva. En ese escenario, la población más vulnerable es la que más sufre estos procesos que generan el aumento de la pobreza. Los ingresos fiscales se reducen producto de la recesión y crece la demanda del gasto social por el retroceso de la actividad, lo cual empeora el resultado fiscal. Devaluar significa más inflación, recesión, pérdida de ingresos, pobreza y más déficit fiscal.
En esta línea, Guzmán también sostuvo esta semana que “el salario tiene que mejorar, y esto es parte de lo que se proyecta para el año próximo y es parte de lo que se ha incluido en la ley de Presupuesto 2021. El poder adquisitivo del salario es vital para traccionar a la economía en una situación en la cual hay muchos recursos productivos que no están siendo utilizados en este contexto de recesión”.
El Gobierno transita el camino elegido y avanza en la dirección correcta. Acerca de su reunión con la Asociación Empresaria Argentina (AEA), Guzmán afirmó que es “valioso que haya diálogo” con todos los sectores empresariales y que “puede haber diferencia de visiones, sin ninguna duda. El punto es que hoy la conducción la tenemos nosotros. Importa mucho el diálogo, ayuda mucho el diálogo. Tomando la responsabilidad de aceptar que quien gobierna somos nosotros”. Y agregó: “El pueblo argentino eligió a Alberto Fernández como presidente para avanzar con una visión de país que es diferente a la del gobierno anterior. Entonces, discutamos bajo los principios que rigen hacia dónde queremos llevar el país”.
Es claro: una mayoría de la sociedad eligió un camino en las últimas elecciones, el Gobierno lo está transitando y ha comenzado a obtener buenos resultados.