“No más golpes de Estado”
La CTA, movimientos sociales y agrupaciones de centroizquierda y afines al kirchnerismo repudiaron “la injerencia del imperialismo yanqui”. Luego, partidos de izquierda convocaron a “aplastar a la derecha” y criticaron la cumbre de Unasur.
Por Sebastian Abrevaya
La solidaridad con el gobierno de Evo Morales convirtió las puertas de la Embajada de Bolivia en Argentina en el punto de encuentro de dos grandes manifestaciones. Por un lado, la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), movimientos sociales y dirigentes de centroizquierda se concentraron en el Obelisco y marcharon por la avenida Corrientes hasta la sede diplomática. Allí apoyaron “la democracia en Bolivia”, exigieron “juicio y castigo a los asesinos responsables de la masacre de Pando” y repudiaron “la injerencia del imperialismo yanqui”. Más tarde, partidos de izquierda como el MST, el PO, el PTS y el MAS llamaron a “aplastar a la derecha”, “defender la lucha de los campesinos bolivianos” y criticaron la cumbre de presidentes del Unasur porque “pretende un acuerdo que mantenga el statu quo”.
A diferencia de otras fastuosas embajadas, el edificio de la sede boliviana comparte su fachada con un banco brasileño. Hasta ahí, en Corrientes 545, marchó una columna sosteniendo una bandera que bregaba “por la democracia en Bolivia”. En primera fila se encontraban el secretario general de la CTA, Hugo Yasky; el intendente de Morón, Martín Sabbatella; el presidente del CELS y periodista de Páginai12 Horacio Verbitsky, los diputados Victoria Donda y Ariel Basteiro, el titular del Partido Solidario, Carlos Heller; el líder de la Federación Tierra y Vivienda, Luis D’Elía, y los funcionarios Gustavo López y Oscar González.
En segunda fila estuvieron los dirigentes de Proyecto Sur Fernando “Pino” Solanas y el diputado Claudio Lozano, y también el ex líder de la CTA Víctor De Gennaro, alejados del primer grupo durante el conflicto con las entidades agropecuarias. También participaron las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, sindicatos agrupados en la CTA, intelectuales del espacio Carta Abierta y movimientos sociales afines al kirchnerismo.
“Expresamos un enérgico repudio respecto del accionar de quienes apelan a la violencia y el racismo para desestabilizar la democracia e imponer sus intereses en contra de las necesidades del pueblo boliviano”, afirmó Yasky, mientras desde los edificios de oficinas miraban sorprendidos la movilización que comenzó con un minuto de silencio por los muertos en Pando y siguió con el himno de Bolivia.
El titular de la CTA, único orador en el acto, criticó el rol de los Estados Unidos y expresó la “firme voluntad de no permitir más golpes de Estado ni más injerencia del imperialismo yanqui en la vida interna de las naciones latinoamericanas”. Entre el sonido de los bombos, D’Elía repudió al “imperio” y consideró que “sus intromisiones en la región, sus políticas secesionistas, autonomistas y de generación de terrorismo de derecha, son una cobarde despedida del período del presidente Bush y un mal presagio para el futuro”.
Luego de la lectura de un documento consensuado, Nora Cortiñas, titular de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, hizo entrega a la embajadora boliviana, Leonor Arauco, de la solicitada de respaldo al gobierno de su país. “Muchas gracias por el apoyo. Estoy segura de que el presidente Evo Morales agradece este gesto de solidaridad”, respondió Arauco.
Entre una manifestación y la otra, músicos de distintas bandas de sikuris tocaron temas en reivindicación de la identidad de los pueblos originarios. Integrantes de la comunidad boliviana en Argentina comenzaban a llegar sosteniendo una gran bandera con los colores de su país y algunas con su vestimenta tradicional.
Cerca de las 18, un primer grupo integrado por el MST, la Izquierda de los Trabajadores y el PCR llegó a las puertas de la embajada. Casi cien metros detrás se ubicaron el Partido Obrero, el MAS y el PTS. A diferencia de la marcha anterior, en donde convivieron sectores divididos por el conflicto con el agro y la postura frente al kirchnerismo, los partidos de izquierda se mantuvieron distanciados.
La dirigente del MST Vilma Ripoll le reclamó al gobierno nacional que expulse “ya mismo” al embajador norteamericano Earl Wayne y consideró que la verdadera solidaridad con el proceso revolucionario de Bolivia sería acompañar ese proceso en Argentina, imitando las medidas que llevó adelante Morales, como la nacionalización de los hidrocarburos. Por su parte, desde el PO, Néstor Pitrola denunció que la cumbre de presidentes de Unasur “está buscando forzar un acuerdo entre Evo Morales y la derecha cuando, en realidad, a la derecha hay que derrotarla y no negociar con ella”. Christian Castillo, del PTS, fustigó al gobierno argentino porque –consideró– “no le importan los reclamos de tierras de los campesinos ni que se realice la nacionalización completa y definitiva de los recursos hidrocarburíferos. Sólo quieren garantizarse que les manden el gas y que no haya desestabilización”.
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