Dos escenarios y un mismo destino

13/04/2013

13.04.2014 | Tiempo Argentino

Por Mariano Ciafardini

Con una semana de distancia se realizarán dos elecciones presidenciales que, por distintos motivos, son de alta significación en el contexto suramericano.

La primera en la Venezuela de Hugo Chávez, en la que se descarta el triunfo de su sucesor político e ideológico Nicolás Maduro por una diferencia con la oposición que, según los sondeos, ronda entre el 13 y el 23 por ciento. También se descarta que el caudal de votos de Maduro se acercará, y muy probablemente superará, el 50 por ciento.
 
El principal opositor, Henrique Capriles Radonsky, hace centro en los problemas de inseguridad ciudadana frente al delito, aunque sin decir, como es usual en estos casos, de qué manera le pondría solución al asunto, efectivamente preocupante, sobre todo en las grandes ciudades venezolanas. Capriles pretende ubicarse en el rol de ciudadano respetuoso de la democracia y las libertades públicas, bajo el paraguas de una intensa campaña a su favor de los grandes medios de comunicación. Su pasado no lo respalda demasiado en ese sentido, ya que tuvo activa participación en el intento de golpe de estado a Chávez, el 11 de abril de 2002. Pareciera que debajo de esa actuada prudencia y tolerancia electoralista que ahora exhibe, su verdadero rostro es el del revanchismo ideológico que espera la oportunidad para expresarse desembozadamente. Mucho de esto hay en el núcleo duro de sus electores, también participantes activos del intento de golpe, que pretendió ampararse en figuras legales como la de “vacío de poder” o ausencia de gobierno, hasta con una resolución de carácter judicial.
 
En Paraguay sí triunfó el golpe “legal”, echando al presidente Lugo mediante un “juicio político” express de 18 horas fundado en la imputación de un hecho de violencia que, como ya es innegable ante el análisis preciso de lo ocurrido, fue generado conspirativamente y las principales sospechas recaen sobre los impulsores de la farsa judicial contra el presidente elegido democráticamente por el pueblo paraguayo. En Venezuela, donde los gobernantes legítimos lograron mantener el poder y gobiernan actualmente, el desarrollo del proceso electoral está garantizado y el margen de maniobra del “demócrata Capriles” para intentar algún desplante leguleyo es mínimo, aunque nunca totalmente descartable. En Paraguay, donde el golpe triunfó y el poder está en manos de los golpistas, la campaña orquestada a través de medios de comunicación y las mil y una artimañas preelectorales ilegítimas, mal disimuladas, ha horadado las posibilidades de regreso del sector luguista al poder. En este momento las preferencia están del lado del partido Colorado, el mismo del dictador Alfredo Stroessner, que gobernara el Paraguay durante casi 60 años y lo llevara a los niveles de subdesarrollo económico y lacayismo político de los “dictats” norteamericanos que condicionaron permanentemente el gobierno de Lugo. De todos modos el camino andado por el progresismo en Paraguay no tiene retorno. Por primera vez en la historia de ese país una agrupación de izquierda, el Frente Guazú, tiene expectativas de ser la tercera fuerza electoral y se descarta el ingreso de Lugo y de un número considerable de legisladores a las cámaras. Dos procesos electorales que muestran el empuje y los desafíos del cambio histórico real en la región.