Tiempo Argentino | Opinión
Por Carlos Heller
Ciertos argumentos falaces conspiran contra los intentos de generar un clima de tranquilidad económica, tal cual persigue constantemente el ministro de Economía, Martín Guzmán. En este marco, se anunciaron varias medidas para cuidar las reservas y evitar una devaluación como la que fogonean algunos sectores. Las autoridades nacionales buscan que el peso de la restricción externa disminuya de cara al futuro.
El gobierno definió un esquema de reducción de las retenciones del complejo sojero de aquí a fin de año, con mayor beneficio para los productos con más valor agregado. Debiera ser suficiente para que, junto a los altos precios internacionales actuales de la soja, incrementen las ventas de oleaginosas al exterior. Además, se efectivizará una compensación y un estímulo a pequeños productores de soja y cooperativas, que implicarán una inversión pública de hasta $ 11.550 millones para el sector.
Por su parte, el BCRA anunció una serie de normas que “buscan incrementar el atractivo de los instrumentos financieros en moneda local de corto plazo, en vistas de desalentar comportamientos que podrían afectar el mercado de cambios en un contexto de tensiones estacionales que se registran en la actualidad”. Entre otras cosas, “el BCRA redoblará sus esfuerzos en pos del desarrollo de instrumentos de ahorro e inversión que permitan a los argentinos obtener rendimientos positivos no solo respecto de la evolución de la inflación, sino también en relación a la evolución del tipo de cambio”.
Otras medidas apuntan ya no al corto plazo, sino que están pensadas para morigerar los problemas estructurales que presenta la denominada restricción externa. Se modificó el esquema de derechos y reintegros a la exportación de la industria, con una mirada estratégica puesta en incentivar la producción con alto valor agregado, fomentar la industria argentina y el empleo de calidad, diversificar y complejizar la canasta exportadora. También habrá medidas para estimular las inversiones en proyectos nuevos en el sector de la construcción.
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La prioridad del gobierno está enfocada en proteger a los sectores más vulnerables, en un marco sin precedentes a nivel global. Ante las dificultades concretas que se plantean, no hay dudas de que la administración de las divisas es una decisión acertada. Se trata de que las personas con mayores necesidades sufran lo menos posible (para ello es prioritario evitar una fuerte devaluación), que el aparato productivo no se resienta más y se pueda avanzar con la recuperación. Los que critican estas políticas no deberían perder de vista que el límite para la compra de dólares no lo inauguró este gobierno sino el anterior. Toda una postal de la falta de sostenibilidad de las políticas que se aplicaron en la gestión macrista.
Ya en la semana pasada, para afirmar la idea de la sostenibilidad y para cuidar las reservas, se habían tomado varias decisiones. Entre ellas, que todas aquellas personas que reciben un subsidio (recursos del Estado) no podrán, por el momento, tener acceso al dólar oficial para atesorar, medida que alcanza a los funcionarios del máximo nivel de la administración pública nacional, legisladores nacionales y directores de bancos públicos, incluido el BCRA.
Por el lado de la producción, desde los sectores empresarios fueron claros al señalar que no hay problemas para acceder a las divisas para importar insumos. No fue algo muy comentado, a diferencia de la atención desproporcionada que acaparó en los medios la norma del BCRA de limitar el acceso de grandes empresas al mercado de cambios por endeudamientos que impliquen vencimientos de capital de más de un millón de dólares por mes. Quienes rechazan medidas como éstas sostienen que “en Argentina no se puede producir”. Pero, según el Ministerio de Desarrollo Productivo, en Argentina hay un 83% de microempresas, 16,8% de PyMEs, y apenas un 0,2% del total son grandes. Por eso, el límite del millón mensual no alcanza a la gran mayoría de las firmas. En cuanto a la cancelación de las deudas de las grandes, que han sido en estos meses el mayor motivo de caída de las reservas, no pareciera ser una tarea difícil que utilicen divisas propias, o que refinancien la mayor parte de sus deudas con el exterior. Es aún más sencillo en el caso de las filiales de las multinacionales.
En una especie de arenga por la dolarización, un ex funcionario del anterior gobierno afirma: “hace rato que los argentinos venimos ahorrando en dólares”. Entrando en detalles, ¿a qué argentinos y argentinas se refiere? ¿Estará pensando en el 13,1% de desocupados, o en el 9,6% de subocupados, que no tienen capacidad de ahorro, pero sí son los que más afectados se verían con una devaluación?
Estamos frente a claros intentos de desestabilización por parte de algunos sectores. Si no, es difícil explicar algunos comentarios en las redes durante la anterior semana, que alarmaban con la implementación de un supuesto corralito bancario para el lunes 28. También se llegó a hablar de una confiscación de las cajas de seguridad. Todo un despropósito. No existen razones objetivas para siguiera imaginar tales cuestiones. De allí que nada de eso pasó ni pasará, lo cual marca la intención de fondo, que es generar zozobra. Es otra forma de hacer posverdad con una realidad que no existe.
Ante la posverdad, la evidencia
Es importante despejar las falsas noticias con las que intentan confundir. Por un lado, el indicador de liquidez en dólares del sistema financiero muestra que hay cobertura suficiente para enfrentar cualquier tipo de retiro de depósitos en dólares. La liquidez en esa moneda ascendió al 74,4% de los depósitos en agosto.
Tampoco se justifica que haya una devaluación ya que el argumento típico del atraso cambiario en la actualidad no funciona. Según el BCRA, el nivel actual del tipo de cambio real multilateral es mucho más elevado que durante la mayor parte del gobierno anterior, donde se registraron varios saltos cambiarios importantes.
Siguiendo con la desinformación, un ex director del BCRA durante el macrismo afirmó que, por un lado, “las reservas se van porque hay un exceso de pesos sobre dólares”. Habría que avisarle que ya no se utiliza más la fórmula de la Convertibilidad, cuando cada peso en circulación tenía que estar respaldado por un dólar en las reservas. En cuanto a los pesos de la economía, la emisión tuvo que ver con las necesidades de apoyo fiscal que disparó la pandemia, en un mercado de deuda local prácticamente paralizado como herramienta de financiación, algo que se está empezando a revertir. Pasada la pandemia serán menores los requerimientos de emisión y a medida que se crezca habrá una mejor situación fiscal.
Por eso, ante la ausencia de razones “fundamentales” para forzar una devaluación se recurre a “la incertidumbre que genera la brecha” como principal argumento. Cuentan con el dispositivo que aportan los medios, que es sumamente valioso para tratar de moldear la subjetividad de la población.
No hay que confundir acerca de cuáles son los verdaderos dramas de la Argentina de hoy: no es la falta de dólares para atesorar sino el desempleo, los problemas sanitarios y el hambre, agudizados por la pandemia y la falta de recursos. El gobierno tiene esto bien en claro y sabe por dónde avanzar para dar las mejores respuestas. Eso es justamente lo que irrita a ciertos sectores, que rechazan avanzar en la construcción de un país viable desde el punto de vista económico y social.