Perfil | Opinión
Por Carlos Heller
El país avanza gradualmente hacia su reconstrucción. El gobierno impulsa una serie de políticas que tienen como objetivo reactivar la economía a través de la ampliación de los ingresos y el aumento de la demanda. En este modelo, la distribución progresiva es una condición necesaria para estimular el crecimiento: no se trata de crecer para distribuir sino de distribuir para crecer.
Hay varias iniciativas en marcha. Desde julio, por ejemplo, comenzarán a regir los cambios en el Impuesto a las Ganancias de la cuarta categoría por lo cual $50 mil millones dejarán de ser retenidos por la AFIP en el segundo semestre, y pasarán a ser percibidos por los trabajadores que ganan hasta $150 mil brutos. “Los cambios ofrecerán un importante estímulo al mercado interno. La medida permite recomponer ingresos y apuntalar el consumo. Alrededor del 90% de las trabajadoras y los trabajadores no pagarán el impuesto. Esto es un alivio a fin de mes cuando se paguen los salarios de junio y el medio aguinaldo”, afirmó la titular de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont.
Este impulso a la reactivación se produce en un escenario donde el uso de la capacidad instalada industrial continúa aumentando. En abril de 2021 fue del 63,5%, mientras que en abril de 2019 había sido del 61,6%. Si comparamos el promedio de la capacidad instalada entre el primer cuatrimestre de 2019 con el mismo periodo de 2021, el resultado es un crecimiento sostenido en la mayoría de los 12 sectores en que se divide la producción industrial. Por lo tanto, los niveles de actividad aún en medio de la pandemia sanitaria son superiores a los alcanzados durante la primera pandemia, la generada por las políticas económicas de Mauricio Macri.
El modelo económico de crecimiento con distribución es una convicción profunda del Frente de Todos. En ese sentido, el jefe de Gabinete de la Nación, Santiago Cafiero, afirmó: “este año los salarios le van a ganar a los precios, le van a ganar a la inflación y los haberes jubilatorios también le van a ganar a la inflación. Nosotros no tenemos problema en que las pautas salariales estén por encima de la inflación y tengan una recuperación real”. El mensaje es claro: mientras más bajemos la inflación mejor, pero si ello no sucede en los niveles necesarios, ese aumento no debería perjudicar el nivel de los salarios reales.
En la misma perspectiva, se ha señalado que en los últimos cinco meses se cuadruplicó el gasto en políticas para enfrentar la pandemia. Este gasto del Estado debe ser provisto por quienes pueden pagar más impuestos y por la recuperación de los ingresos que se dejan de percibir por contrabando, triangulación y subfacturación. Son sumas siderales que los Estados dejan de recibir como consecuencia de que, entre otras cosas, las corporaciones no tributan todo lo que deberían tributar.
En tanto, la inflación en mayo fue del 3,3%, menor que la de abril que llegó a 4,1% y la de marzo que alcanzó el 4,8%. Hay un proceso de desaceleración, aunque aún no a la velocidad que nos gustaría. En esa línea, el ministro Martín Guzmán afirmó dirigiéndose a los empresarios: “Para resolver los problemas de la inflación (…) la cooperación entre todos los agentes de la economía, incluyéndolos a ustedes, es fundamental (…). Están las condiciones dadas para que mes a mes, la inflación vaya reduciéndose”. Luego agregó: “Con nosotros la industria está creciendo, con el gobierno anterior se achicó (…) Una condición necesaria para que el crecimiento sea sostenido es que el salario real tiene que crecer”. Finalmente dijo: “Si la idea es un país de impuestos bajos y gasto bajo, esa no es nuestra idea. El Estado tiene un rol no solamente en la estabilidad macroeconómica sino también en generar condiciones propicias para el desarrollo de la actividad privada”.
La estrategia del gobierno consiste en salir de las dos pandemias en simultáneo, de la sanitaria y de la generada por las políticas de Juntos por el Cambio.