Ámbito Financiero | Opinión
Por Carlos Heller
Ante el panorama de vencimientos semanales de deuda pública, el Gobierno nacional lanzó un canje voluntario de deuda para extender los plazos. Los bonos elegibles son aquellos que vencen hasta junio de este año, y que comprenden cerca de un 50% de la deuda en pesos.
Se ofrecieron dos opciones, ambas con tres bonos. La Canasta 1 está compuesta exclusivamente por bonos ajustables por CER, con vencimientos en abril y octubre de 2024 y febrero 2025; la Canasta 2 tiene una estructura similar, pero con un bono dual a vencer en febrero de 2024, en reemplazo del bono de abril. Esta decisión se tomó con el acuerdo del sector privado, principalmente de las asociaciones de bancos.
La medida sirve para estirar los plazos, con vencimientos pos- elecciones, mientras se sigue permitiendo que la economía crezca, y que continúe la mejora de las cuentas públicas.
Adelantándose a todo anuncio formal del Ministerio de Economía, la oposición de Juntos por el Cambio (JxC) alegó en un comunicado que ésta era una nueva maniobra que “sólo traerá más inestabilidad”, y que “podría desembocar en un salto inflacionario”. Afirmaciones que forman parte de la misma saga que busca sembrar pánico para tratar de tener más chances electorales.
Tal como hizo hace un mes con este mismo tema de la deuda, la oposición de JxC nuevamente demuestra que está dispuesta a utilizar todo tipo de artes para intentar volver a gobernar, aún a costa de generar una crisis que golpearía al conjunto de los argentinos y las argentinas.
No obstante, el anuncio de la conversión de deuda en pesos con privados tuvo una muy buena aceptación y no hubo impactos negativos en las cotizaciones de los bonos. Incluso, tanto desde el propio sistema financiero como conocidos analistas salieron a criticar a los referentes económicos de JxC por lo desatinado de sus críticas.
Una gran parte, que alcanzaría al 49%, es la deuda intra sector público, que no ofrece mayor riesgo de renovación. Un porcentaje bastante menor está en poder de los bancos, de las aseguradoras y de los fondos comunes de inversión.
Se registró una adhesión del 64%, lo que significa un resultado positivo, observándose una similar adopción de la Canasta 1 respecto a la Canasta 2.
El canje no es compulsivo, sino voluntario, ya que el sector privado puede decidir no ingresar. Se trata de otra gran diferencia con la administración macrista de las finanzas, que dejó al país con la deuda en pesos “reperfilada” y en una situación de nueve emergencias, entre ellas la financiera, producto de la “verdadera” bomba de endeudamiento con los bonistas privados y con el FMI, que trabajosamente este gobierno debió renegociar.
No hay que dejar de señalar que, en el caso particular de la Argentina, este tipo de conversiones voluntarias se han hecho recientemente con muy buenos resultados. De hecho, en el Memorando con el FMI que acompaña a la tercera revisión de diciembre, las autoridades argentinas ya afirmaban que una parte clave de la estrategia financiera pasaba por “extender los plazos mientras se mejora la efectividad del refinanciamiento”.
Hay que sacarle espectacularidad a lo anunciado, ya que es frecuente que los Estados renueven sus vencimientos y así van logrando extender los plazos.
Los distintos canjes, también denominados conversiones de deuda, hay que analizarlos (además de tener en cuenta las consideraciones técnicas) en el contexto de un país que posee una abultada deuda pública, en gran parte heredada de la anterior administración, que se está atravesando un año electoral y que se cuenta con una oposición que intenta instalar la idea de que todo está por explotar.
Sin embargo, con este canje JxC acaba de perder una de sus principales herramientas de campaña, que es el argumento de la “bomba que está a punto de estallar”. Sería bueno que empezaran a discutir políticas y a decir qué es lo que harían si nuevamente les tocara gobernar.
Por su parte, el ministro de Economía, Sergio Massa, señaló que con esta propuesta se “desactiva esa idea de que cada dos o tres meses está algo por explotar”.
También en ese sentido, el canje es positivo ya que despeja el escenario electoral de tensiones financieras, genera una mejora en las expectativas, y ello además colabora en la batalla antiinflacionaria, uno de los principales problemas que hay que seguir tratando de resolver.