Minuto Uno | Opinión
Por Juan Carlos Junio
La Argentina ya tiene presidente electo. Consecuentemente se empiezan a mover los engranajes de la tan ansiada transición, como el perfeccionamiento de las regulaciones cambiarias y el desarme de Leliqs para que “los bancos vuelvan a ser bancos” y la imperiosa baja de la tasa de interés. Son algunas palancas que Alberto Fernández deberá mover para poner en marcha la economía.
Son medidas que van en el camino correcto. Incluso habrá que profundizarlas. Está claro que el mal llamado “cepito” lo pusieron antes de las elecciones para no espantar votantes, y ahora que perdieron ponen -el también mal llamado- “cepazo”. No nos cansaremos de decir que no es un cepo que se asocia a un instrumento de tortura. En realidad, no es otra cosa que una regulación prudencial de las divisas, justamente para no llegar a estas situaciones de crisis. Tampoco lo de ahora es un “cepazo”, “cepo hard”, o “super cepo”, como lo llaman. ¿Cómo puede ser que se prohíbe comprar 100 dólares en efectivo, 200 por homebanking, ni extraer más de 50 dólares si uno está circunstancialmente en otro país, pero por otro lado -vía grandes finanzas electrónicas- se puede fugar al exterior de forma ilimitada? Hay una desproporción y un sin sentido de la regulación efectiva de las divisas. Son medidas hijas de la crisis, tomadas tardíamente por un gobierno que no cree en ellas, aunque sean adecuadas en estas instancias críticas.
Lo más preocupante es que por ahora la transición se esté dando solo en aspectos macroeconómicos. Lo urgente es recomponer el poder adquisitivo de la población. En ese sentido, el gobierno de Macri está haciendo todo lo contrario. Se está despidiendo como empezó: con tarifazos, ajuste e inflación. Todo indica que concluidas las elecciones retoma rápido a su naturaleza ideológica. Macri le dio rienda suelta al aumento de alimentos, y destapó subas de servicios y naftas. Todo esto para fin de año, para que el próximo gobierno comience con un escenario social más agudo.
Los supermercadistas ya están diciendo que les están llegando listas con aumentos superiores al 10% en promedio. Hay aumentos fuertes en carnes, lácteos y pan. La carne esta semana subió 18%. Los panaderos ya advierten alzas en la bolsa de harina entre el 17% y 20%. Desde 2015 esta materia prima subió 1060%. El kilo de pan supera los $140, ¿a cuánto se va a ir? Esto muestra que el gobierno saliente no tiene el menor interés en regular de forma efectiva la comida. Los propios “Productos Esenciales” del programa oficial aumentan ahora 13% y pasan a “Precios Cuidados” hasta el 7 de enero, cuando se van los reyes magos.
Donde nunca hubo magia fue en la medicina prepaga. Ahí no hubo descanso ni disimulo. En lo que va del año, las prepagas tuvieron siete aumentos, y para cerrar el año bien arriba, el gobierno acaba de disponer otro de 12% en diciembre, sumando en total un 60%.
Para echar más nafta al fuego, a mediados de noviembre termina el congelamiento de precios acordado por el Gobierno con las petroleras y los combustibles podrían subir un 20% de forma escalonada. Por lo pronto el primer día del mes la nafta y el gasoil ya subieron 5%.
Los que siguen prendidos son los aumentos en luz y gas programados para el verano. Será el debut en la pasarela de la “tarifa plana”. El argumento que dio el gobierno era moderar el valor de las tarifas en los meses más fríos del año. Qué vivos. Pero nos mantiene la suba en el resto. Nadie le pidió a las privatizadas que administren nuestras finanzas familiares. ¿Por qué no dejan que los usuarios elijamos cómo repartir el gasto? Esto es una muestra más de que las empresas de servicios públicos deben ser estatales para que defiendan la vida de los ciudadanos y no la tasa de ganancia empresaria.
Donde nos atienden siempre es en la telefonía celular. Se viene el cuarto aumento del año. Las tres principales compañías subirán sus tarifas a partir de noviembre. Una ya arranca el primer sábado del mes con subas hasta 24% según el plan.
En la Provincia de Buenos Aires, Vidal autorizó un aumento de 25% en la electricidad para el 1º de enero, para que se atragante el pan dulce. Es por eso que en la transición el gobernador electo Axel Kicillof tuvo que salir a exigir que retrotraiga la medida.
El espacio político amarillo se retira mostrando su verdadero rostro. Deja un campo minado en precios y condiciones de vida, entre ellos el hambre y la pobreza de millones de ciudadanos.