EN EL CONGRESO. Para el cooperativista y líder del Partido Solidario es necesario «profundizar el modelo y cumplir las asignaturas pendientes».
El legislador advierte que el año próximo será trascendente para la Argentina porque «se pone en juego el rumbo», en el marco de un escenario signado por la confrontación con sectores conservadores que aspiran a restablecer los ejes fundamentales del modelo neoliberal. Heller analiza lo ocurrido en su primer período legislativo como diputado, destaca los avances en la conformación de un espacio político amplio que logró preservar su autonomía e identidad sin resignar su modo de entender la realidad del país, y, si bien augura un 2011 «bueno o muy bueno en lo económico», señala que las acechanzas pueden llegar del impacto que podría causar la crisis por la que atraviesan los países centrales, y en lo interno, por la política que se aplique para controlar la inflación, cuya causa, aclara, no es la emisión monetaria ni el gasto descontrolado, sino la puja distributiva.
–¿Cuál es su balance de este primer año como diputado nacional?
–Yo creo que es sumamente positivo. Se podría hablar de diversas cuestiones, pero hay una que me interesa destacar porque se relaciona con un nuevo momento en la construcción de una fuerza política. El dato fundamental es la conformación del espacio. Formamos un bloque, el Nuevo Encuentro Popular y Solidario, junto con el EDE (Encuentro por la Democracia y la Equidad) y el socialismo. Tal vez contrariando lo que pasa a menudo en la política, comenzamos a formar una alianza parlamentaria y eso luego se expresó en la vocación por construir una fuerza política a nivel nacional. El primer gran hecho positivo es que la diputación fue un camino por el cual se viabilizó la construcción de este espacio. Lo otro que nos permite estar satisfechos, es que cumplimos con nuestras promesas de campaña, presentamos un proyecto de ley de Servicios Financieros y muchos otros de gran importancia. (ver Labor…)
–¿Cómo evalúa el desempeño del espacio que integra en la Cámara?
–Creo que el bloque desarrolló una actividad riquísima, logró expresar adecuadamente nuestra autonomía, manteniendo un equilibrio que demanda un gran esfuerzo, para determinar cómo ubicarnos ante cada situación, apoyando sin rubores lo que creemos que hay que apoyar, y preservando nuestra identidad. Estar presentes en temas como el matrimonio entre personas del mismo sexo, el de interrupción voluntaria del embarazo, o la asignación universal, muestra que conseguimos una cobertura amplia desde el punto de vista de los espacios que debemos abarcar.
–¿Por qué aclara que apoyan sin rubores?
–Porque siempre te corren con el estilo denunciador: si apoyás es porque estás en alguna componenda o sos parte de alguna confabulación. Nosotros lo hacemos desde la convicción, sin negociaciones, no hemos votado nada en contradicción con nuestro pensamiento histórico.
–En lo que hace al proyecto de ley de Servicios Financieros, ¿cuál es su análisis sobre lo que ha sucedido desde su presentación, tanto en el debate realizado en la Comisión de Finanzas de la Cámara como las actividades públicas de difusión de la iniciativa?
–Son dos planos distintos. En la comisión se ha trabajado bien, aunque tal vez a un ritmo menor al deseado. Sobre la base de un criterio que compartimos –que esta es una ley muy importante–, habíamos acordado con la presidencia de la Comisión, a cargo de Alfonso Prat Gay, un cronograma de reuniones que permitía recoger la opinión de todos los sectores interesados. El titular de la comisión se había comprometido a terminar en este período legislativo todas las audiencias con los sectores, pero no llegamos, quedan algunos encuentros pendientes.
En el otro plano, lo más trascendente es que hemos logrado uno de los objetivos que nos habíamos planteado: que este tema se instale en la sociedad. Desarrollamos un número enorme de actividades junto con nuestro equipo de compañeros, presentamos y debatimos el proyecto en distintos lugares, ante grandes auditorios, en ámbitos pequeños… Obtuvimos pronunciamientos de legislaturas provinciales, concejos deliberantes, intendentes, que expresaron su apoyo a nuestro proyecto; y está en marcha una campaña de recolección de firmas, con la que aspiramos a llegar al número emblemático de un millón de adhesiones. Vamos bien, ya tenemos 400.000, y creo que vamos a cerrar el año con medio millón. Y ya se reunieron unas 3.000 adhesiones de entidades de distinto tipo. Así, cuando llegue el momento del tratamiento habremos logrado que el proyecto esté instalado en la sociedad como un tema de gran trascendencia.
La ley vigente de Entidades Financieras es una de las leyes clave de la dictadura. Martínez de Hoz dijo cuando la presentó que era la ley más importante de su gestión. Fue uno de los pilares sobre los que se construyó el proyecto económico de la dictadura, consolidado en la década de los 90. El recordado Floreal Gorini sostenía que cada modelo tenía su sistema financiero, por eso vinculamos nuestro proyecto de ley de Servicios Financieros con el de la reforma de la carta orgánica del Banco Central, al que las distintas gestiones fueron poniendo en sintonía con el modelo de cada momento. Si está cambiando el modelo, debe cambiar el sistema financiero.
–¿Qué estrategia se plantea para que el proyecto llegue a convertirse en ley?
–Queremos que sea ley, y eso requiere, más allá de cualquier consideración, votos en la Cámara de Diputados y en Senadores. Vamos a apelar a las reservas que entendemos existen en muchas de las fuerzas que componen el Parlamento. Así como se dio en el debate del matrimonio entre personas del mismo sexo, podemos apelar a un pronunciamiento transversal, que nos permita contar con el acompañamiento de diputados del socialismo, del GEN, con muchos radicales cuya historia tiene que ver con ideas que incluimos en el proyecto, con la gente de Proyecto Sur y, obviamente, con el oficialismo. No podemos pensar un proyecto de esta magnitud en contra de las orientaciones económicas del Gobierno Nacional.
Aún no salimos a buscar esos apoyos, por ahora escuchamos a los sectores, instalamos el tema en la sociedad, y cuando llegue el momento del tratamiento parlamentario iremos a ver a los distintos bloques.
–¿El respaldo social que se está recogiendo será clave para conseguir esos votos?
–Creo que sí, supongo que los diputados de las distintas provincias tendrán en cuenta las voluntades que se expresan en sus propios ámbitos de pertenencia.
–De igual modo, algunos pronunciamientos públicos contrarios al proyecto lo sitúan claramente, ¿verdad?
–Sí. Es notorio, quienes representan a las grandes empresas, los bancos privados nacionales y extranjeros, básicamente se oponen a la definición de la actividad como servicio público. Fue muy interesante cuando vinieron a la comisión la Unión Industrial Argentina, Asociación Empresaria Argentina (AEA) y la Cámara de Comercio. La UIA manifestó acuerdo con varios puntos de nuestro proyecto, como el direccionamiento del crédito hacia las pymes, la regionalización, el tope en la participación de mercado, pero sobre la caracterización de servicio público opinó drásticamente en contra. AEA, por su parte, hizo una presentación absolutamente ideológica: «Estamos por el mercado, contra las regulaciones, esta actividad se debe desarrollar libremente». En ese contrapunto con nuestra visión, estaba expuesta la confrontación de modelos de sistema financiero y de país.
–El año próximo se realizarán elecciones presidenciales, provinciales y legislativas en todo el país. A su juicio, ¿qué se pone en juego más allá de los cargos electivos?
–En 2011 se dirime si la Argentina mantiene el rumbo o hay un cambio. El rumbo comprende la política exterior, de derechos humanos, el rol del Estado, las políticas de inclusión social, el gasto público como instrumento de distribución, el fortalecimiento de los presupuestos de educación, todo lo que trabajosamente se está gestando. Pero nosotros no decimos que está todo bien. Durante la campaña electoral yo hablaba del medio vaso lleno y el medio vaso vacío, y decía: trabajemos para llenar el medio vaso que falta, pero eso no se puede hacer volcando el medio vaso que está lleno. Y lo expresamos en un slogan de campaña: «Por todo lo que se hizo bien, por todo lo que falta». Es decir, que no todo lo que se hizo, se hizo bien, y que lo que se hizo, no alcanza. Entonces, mientras tengamos informalidad laboral, desocupación, pobreza e indigencia, queda mucho por hacer. Eso no nos puede hacer perder de vista los avances logrados. Y lo que se pone en juego el año que viene es eso, el rumbo, el modelo. Nosotros creemos que Argentina está ante una enorme posibilidad, y en ese sentido, desde luego que es prematuro hablar de apoyos o alianzas porque no están definidas, pero puedo decir que el sentimiento de nuestra fuerza, el Partido Solidario, y de nuestro espacio, el que estamos construyendo, Nuevo Encuentro, es que hay que apoyar a aquella fuerza que represente claramente la vocación y la posibilidad de profundizar el modelo y cumplir con las asignaturas pendientes.
–En ese marco, y en la perspectiva hacia la disputa electoral del año que viene, ¿cómo cree que incide la muerte de Néstor Kirchner?
–Negar que incide sería una falta de sentido común. Uno supone que los procesos están por encima de las personas, que el propio proyecto generará los mecanismos para reemplazar a un dirigente que sin dudas ha marcado un camino. Kirchner tiene algunos méritos indudables, el primero es el de haber logrado reconciliar en buena medida a la política con la gente, en un país que dijo hace muy poco «que se vayan todos». Creo que Néstor Kirchner tenía una visión estratégica que trascendía a la fuerza que representaba, entendía que no hay una construcción posible en la Argentina que no contenga al peronismo, pero que no alcanzaba con eso, es decir, sin el peronismo no se puede, pero con el peronismo no alcanza, eso era algo que él tenía claro. Después de la derrota electoral del 28 de junio de 2009, la mayoría de los analistas apostaban a un gobierno debilitado, que tenía que retroceder, pero para grata sorpresa de algunos, me incluyo, sucedió lo contrario. Aquella dificultad se superó profundizando lo hecho y no volviendo sobre sus pasos, y entiendo que en ese período las convicciones de Néstor deben haber sido un importante sostén para la Presidenta.
–Más allá de lo prematuro que puede resultar un análisis preelectoral en este momento, ¿qué opina acerca de cómo se van perfilando las distintas corrientes de cara al 2011?
–En el terreno de las especulaciones, deberíamos pensar que la Presidenta se presentaría a la reelección, aunque sería imprudente afirmarlo, hay que esperar. Esa sería la señal más clara de la vocación de continuar y profundizar el modelo, que fue lo que la Presidenta dijo en sus primeras palabras tras la muerte de Kirchner. Si nosotros estamos de acuerdo en que este es un proceso que hay que apoyar, en la medida que las expresiones de este proceso se mantengan, seguramente las estaremos apoyando, dicho esto con todos los condicionantes que tiene lo que no está definido.
Creo que lo que llamamos oposición va a tener dos o tres expresiones, que van a representar como mínimo las distintas alternativas del abanico de ideas que están allí representados, pero hay muchos interrogantes: ¿Podrá el peronismo federal conformar realmente una fuerza? ¿El Pro se va a aliar con el peronismo federal? ¿Aceptará ese sector que alguien como Macri los lidere?
Por otra parte, se va perfilando la alianza del radicalismo con el socialismo, que parece ser lo más avanzado de la oposición en materia de definiciones.
Y está Proyecto Sur, una conjunción de fuerzas, algunas con tradición de izquierda o centroizquierda, pero cuya actuación en este año parlamentario ha sido permanentemente funcional al llamado Grupo A. Lo fue en el reparto de las comisiones, y luego en el tratamiento parlamentario, dando quórum para tratar determinadas cuestiones de la agenda de ese grupo. Y también son funcionales si electoralmente plantean alternativas que en definitiva debilitan la posibilidad de que los sectores más avanzados puedan consolidar la gobernabilidad. ¿Qué quiero decir? Que si alguien termina representando lo que Marco Enríquez Ominami representó en Chile o Marina Silva en Brasil, me cuesta decir que son expresiones progresistas o de izquierda, porque objetivamente terminan siendo funcionales a los proyectos de derecha. Si no hubiera jugado Ominami como jugó, otro hubiera sido el resultado en Chile. En Brasil no alcanzó a cambiar el resultado, pero obligó a una segunda vuelta.
–¿Cuál será la mayor dificultad que puede enfrentar la Argentina en los próximos meses?
–En una mirada macro, está todo bien excepto las incertidumbres que provienen del exterior. Paradójicamente, enfrentamos el riesgo de que lo que está pasando en los países centrales pueda afectar la marcha de nuestra economía. Pero si no hay grandes cambios en esos escenarios, 2011 tendría que ser un año bueno o muy bueno en lo económico. Incluso, no creo que las vicisitudes de un año electoral complejo sean suficientes para generar trastornos en la economía.
–¿Le preocupa la inflación? ¿Cree que el Gobierno está actuando bien en este tema?
–Nosotros tenemos una postura crítica en esta cuestión. Si el Gobierno quiere dar batalla contra quienes hacen subir los precios, primero debe reconocer que los precios están subiendo. De todos modos, hay que tener un enorme cuidado porque el fantasma de la inflación es agitado por los ajustadores y los enfriadores, que la vinculan con emisión monetaria desbocada o el gasto público descontrolado. Esas recetas ya sabemos dónde nos llevan. Por eso polemizaba días pasados en la Cámara con el diputado radical Oscar Aguad, quien ironizó sobre la posición del Gobierno en el sentido de que hay puja distributiva. Nosotros siempre sostuvimos que la inflación en Argentina era esencialmente producto de la puja distributiva. La existencia de una economía altamente concentrada hace que los formadores de precios se apropien de buena parte de los recursos que el Estado traslada a los sectores más débiles de la sociedad. Entonces, para combatir un problema hay que reconocerlo, diagnosticar sus causas y diseñar las políticas. Estoy convencido que se pueden mantener todas las políticas activas que se están aplicando, incluso profundizarlas porque son insuficientes, pero al mismo tiempo hacen falta políticas que limiten la posibilidad de que los formadores de precios se apropien de esa transferencia de recursos. Por ejemplo, concretar la reforma impositiva pendiente, o implementar un mecanismo similar al de las retenciones móviles, es decir, que cuando la rentabilidad aumente por encima de determinado porcentaje, en la misma proporción crezca la carga impositiva.
El otro camino es el del acuerdo, constituir un Consejo Económico y Social, donde estén representados todos los sectores y acuerden una política de precios y salarios. Siempre y cuando, claro, que esto no signifique la resignación de los salarios como instrumento para que aumenten los precios, sino que signifique la moderación de la rentabilidad empresaria y la creciente participación del salario en la distribución de la renta. Aunque acotado, puede ser un camino a transitar. Requiere actores sumamente responsables que respeten lo acordado, porque, si no, los salarios quedan limitados a los acuerdos pero los precios suben igual.
–Usted y otros dirigentes políticos han vinculado el proceso argentino con un marco regional propicio. Ante señales como el triunfo de Piñera en Chile, en el inicio de este año; la reciente desaparición de Néstor Kirchner, que fue uno de los principales protagonistas de los acuerdos de integración y la inminente salida del poder de Lula Da Silva, aunque haya continuidad de su partido en el poder, ¿cree que hay riesgos de reversión de este escenario?
–Riesgos hay, seguro, cómo no va a haberlos. Todos los países de la región atraviesan procesos de cambios, en algunos casos enfrentan acciones de los grupos concentrados, en connivencia con los grandes medios de comunicación. Creo que en la región está pasando algo formidable, debe ser el lugar del mundo donde se produce la mayor confrontación contra el modelo de libre mercado, contra el modelo de Estado mínimo. Pero obviamente quienes representan los intereses afectados por estas políticas son muy poderosos y no son pacíficos. Actúan por todos los medios, difamando, instalando climas de crispación, y esto encierra una idea muy conservadora, es una cuestión central. ¿Por qué no pensamos quién genera el conflicto, el que propone el cambio o el que quiere que el cambio no suceda? Porque si la ley de Medios, que se aprobó por amplias mayorías parlamentarias, no se hubiera obturado por presentaciones judiciales de los afectados, se aplicaría plenamente. Y si la ley de Servicios Financieros que nosotros propiciamos no fuera resistida por las asociaciones de bancos y las cámaras empresarias, quizás su tratamiento sería más sencillo y avanzaría más rápido.
Me parece que vamos a seguir transitando ese proceso, aquí y en lo regional, con contradicciones, porque en cada uno de nuestros países las fuerzas que quieren cambiar tienen las dificultades propias de quienes no representan a los sectores poderosos, no manejan los resortes tradicionales del poder ni de la información. Pero entre quienes conducen estos procesos, en Venezuela, Ecuador, Argentina, Uruguay, Brasil, Bolivia, hay una comunión de ideas muy grande que, por ejemplo, evitó un conflicto bélico hace muy poquito. Si no existiera la Unasur, sin esa vocación integradora, si no hubiera mediado la firme decisión del gobierno argentino y de Néstor Kirchner, no sé cómo hubiera terminado el conflicto entre Colombia y Venezuela, o más recientemente el intento de golpe en Ecuador. Y antes en Bolivia. Son numerosos los hechos en los que la determinación de los gobernantes ha sido muy importante.
La integración regional es un proceso que hay que tratar de consolidar y defender, es uno de los grandes avances de los últimos años. Estoy convencido de que falta mucho, pero no pierdo de vista lo que se ha hecho y lo fundamental que está en juego. No podemos caer en esa trampa, no debemos poner por delante lo que falta para abandonar el rumbo y dejar de defender lo que se ha conseguido para poder, de ese modo, seguir construyendo.
Jorge Vilas