Cooperativismo y Política

03/03/2011

Por Angel Petriella

 

Innovación es el término que mejor le cuadra a la creación del Partido Solidario por

parte de un número de dirigentes y militantes de nuestro movimiento cooperativo.

Innovar significa generar algo nuevo, original, utilizando componentes existentes. Es la diferencia con inventar. En la historia del movimiento social, en sus posturas y definiciones, resulta muy fácil encontrar los rasgos políticos de su accionar.

La conjunción de la lucha permanente por las reivindicaciones específicas de lo cooperativo con la crítica social, económica, política y cultural en cada momento histórico delineo un perfil también original de cómo comprender al cooperativismo como una opción transformadora, alternativa de la sociedad. Tal vez la muestra mas acabada sea la “Propuesta Cooperativa para Refundar la Nación” nacida en el apogeo de la crisis neoliberal. Pero también si revisamos las actas constitutivas del Congreso de la Cooperación de 1958, en el que se funda el IMFC, vamos a hallar las definiciones de los objetivos políticos de su misión, la lucha antimonopólica y democratizante de la economía, la significación de un tipo de desarrollo de la sociedad, basada en el mercado interno y en la soberanía económica. En las consignas históricas del movimiento latió siempre la política. La creación del PSOL entonces, constituye la coronación de un proceso de maduración como parte de la historia inscripta por el movimiento social. Se trata de la germinación de un nuevo ámbito, el más apropiado, para disputar espacios de gobierno y poder a niveles locales, provinciales y nacionales. Y esta noción también nos ubica en el sentido de la innovación. No se trata de una organización política al estilo Cooperative Party inglés, que ha tenido y tiene la misión de representar en el parlamento los intereses de las organizaciones cooperativas británicas. El Partido Solidario surge con un vuelo mayor, nace de las entrañas de la opción transformadora del cooperativismo para proyectarse a los planos más generales de la política, como ser las relaciones con otras expresiones políticas del campo popular para construir las alianzas y las coaliciones propias de un frentismo emancipador. Resulta entonces una configuración tridimensional del proyecto del cooperativismo transformador. Se gesta la potencialidad de una relación virtuosa y complementaria entre las organizaciones cooperativas como empresas democráticas y eficientes componentes del sector de la economía social, el movimiento social como el ámbito de lucha por las reivindicaciones especificas y el partido político como eslabón en la cadena de disputa en los espacios decisionales de gobierno y poder. El partido, que lleva entonces como nombre el calificativo de uno de los valores centrales de la cooperación, la Solidaridad, se presenta como una herramienta integradora de un mismo proyecto colectivo. No se trata de que cada asociado a la cooperativa deba pertenecer al Partido Solidario, por el contrario como ciudadano cada cooperativista tiene el pleno derecho de adherir a la fuerza política con la que mas se sienta identificado. Y tampoco se trata de que los ámbitos de gestión cooperativa sean utilizados para las actividades partidarias. Esta triple membresía posible de la militancia no es una formula de totalización simplificante. Por el contrario es un espectro de convivencia sinérgica de la independencia de las organizaciones e instituciones del cooperativismo, de los cooperadores y de los ámbitos de gestión con el compromiso político de sus militantes, asociados, dirigentes, y trabajadores.

En síntesis se trata como dijimos al principio de una innovación, pero sin duda una innovación que inaugura un nuevo ciclo signado por una potencial relación virtuosa entre cooperativismo y política.