Por Eduardo Fernández
El nivel de irresponsabilidad de la oposición, no deja de sorprender. Constantemente logran correr los límites de lo aceptable en una situación como la actual, donde a partir de la segunda ola han crecido los casos positivos por coronavirus y existe una genuina preocupación entre las autoridades sanitarias del país. A contramano de lo que ocurre en distintos países del mundo, donde encontramos ejemplos de tomas de determinaciones más severas, insisten en que no se contraigan ciertas actividades.
En la idea de grieta, instalada por los grandes medios, dirigentes como Mario Negri siguen apelando a la bronca y el enojo para canalizar la frustración de cierto sector de la sociedad, y para ello el discurso elegido es el de la antipolítica. Por ello es que en el comunicado que esta semana emitió Juntos por el Cambio, antes del anuncio presidencial sobre las nuevas medidas para contener el avance del virus, ellos manifestaron que no se puede avanzar en restricciones ante el supuesto “fracaso” de la estrategia sanitaria.
No hay que olvidar que este mismo espacio político hace algunas semanas insistía con el discurso privatizador de la salud, en un intento por desprestigiar las acciones del Estado. Hoy hablan de fracaso de estrategia sanitaria, cuando Argentina fue reconocida por su rápido accionar frente a la pandemia, con un sistema de salud que por más complicado que estuvo, no colapsó como sí ocurrió en algunos países de Europa.
Y no hay que olvidar que los detractores del sistema público de salud, cuando gobernaron entre 2015 y 2019 se dedicaron a vaciar el mismo y degradaron al Ministerio al punto tal de convertirlo en una Secretaría. Pero la contradicción discursiva tiene patas cortas y algunos personajes serán recordados por su accionar en el momento en el que la sociedad necesitó de discusiones maduras y conducentes.
Atender las urgencias
Más allá del rol de la oposición, es importante hablar de la línea de acción del Gobierno nacional. El Ejecutivo sigue firme en la negociación con el Fondo Monetario Internacional, donde busca mejorar las condiciones para dar respuesta a las necesidades internas, tanto por el refinanciamiento como por la posibilidad de usar los derechos especiales de giro para atender las demandas sociales.
Mientras la economía sigue creciendo según los datos oficiales, ya por nueve meses consecutivos, se espera que nuestro país lidere el crecimiento en la región según las proyecciones de organismos internacionales como el Banco Mundial.
La clave está en el carácter solidario de la propuesta económica del Gobierno, donde el Estado juega un rol clave para orientar ese crecimiento y frenar la expansión de la desigualdad, que a partir de la pandemia se aceleró de la mano de una profundización de la concentración económica.
Es así que leyes como la de Aporte Solidario Extraordinario o la de modificación de los pisos del Impuesto a las Ganancias —que favorecen a los sectores medios— ponen el eje en un crecimiento del consumo e impulsan una mayor equidad tributaria. A su vez, la inversión en producción y en la construcción, respaldada en el Presupuesto votado por el Congreso a finales del año pasado, busca dinamizar la economía argentina. Todas estas medidas han sido ejemplos en el mundo y ya se estudian réplicas, incluso en las propuestas del FMI.
De más está decir que la situación sanitaria puede condicionar ese crecimiento, pero hay un proyecto político que tiene la firme voluntad de continuar en la senda de la recuperación con inclusión y con especial atención al sistema de salud público. Por eso es fundamental que ampliemos la unidad con quienes sostenemos la convicción de que, a través de la producción y el trabajo, saldremos adelante.