Tiempo Argentino | Opinión
Por Carlos Heller
Mientras se avanza en la reconstrucción de la economía, la oposición sigue negando sus responsabilidades por lo actuado en temas como el de la deuda. Tratan de convertir en algo normal lo que fue un endeudamiento a todas luces descontrolado y que dejó al país altamente condicionado, una herencia que el actual gobierno está empezando a revertir.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, expuso en la Comisión Bicameral de Seguimiento de la Deuda Externa del Congreso. Habló de la estrategia que viene encarando este gobierno y puso sobre la mesa los números crudos del punto de partida. Para que no queden dudas, entre 2015 y 2019 la deuda pública en moneda extranjera creció más de U$S 100 mil millones. Otro dato que mencionó Guzmán fue que se le dejó a esta administración un perfil de vencimientos de capital e intereses de unos U$S 220 mil millones, que estaban fuertemente concentrados en los primeros cuatro años, condicionando al nuevo gobierno.
De todas formas, a partir del gran poder de fuego que provee el aparato mediático, desde la oposición se intenta ocultar la realidad y se trata de instalar la idea de que “el gobierno de Alberto Fernández empeora todo” y que “es mentira lo que se dice de nosotros”.
En los medios se difundieron las aseveraciones de Mauricio Macri y de la precandidata María Eugenia Vidal acerca de que Alberto Fernández se endeudó supuestamente más rápido que Macri. Pero los datos verdaderos no lo corroboran. Según informa el Mecon, a fin de diciembre de 2015 la deuda bruta de la administración nacional era de U$S 320.630, mientras que al 31 de julio de este año ascendía a U$S 341.311. El aumento estuvo determinado principalmente por las colocaciones en pesos, lo que indica “el recupero de la capacidad de financiamiento del Tesoro” para atender a las políticas implementadas “para conservar las capacidades productivas y el tejido social en el contexto de la pandemia”.
La oposición pretende defender lo indefendible a partir de cálculos que no poseen ningún sustento económico. Tratan, por ejemplo, de hacer creer que es lo mismo que el Tesoro sea deudor del Banco Central u otras agencias del Estado que lo sea del Fondo Monetario Internacional o los acreedores privados externos. Desconocen que en la deuda intrasector público, deudor y acreedor pertenecen a un mismo Estado. Estos últimos son compromisos que, a diferencia de los otros, se pueden renovar sin mayores inconvenientes.
La mayor de las argucias consiste en sumar indistintamente la deuda en pesos de la que es en dólares, moneda que nuestro país no emite. Cuando vencen créditos en dólares, hay que pagarlos en dólares.
Durante el gobierno de Macri creció de forma desmesurada la deuda por parte del sector privado, de la Nación y las provincias, y los acreedores externos ganaron participación por sobre los locales. Estos fondos no sirvieron para incrementar las capacidades productivas sino que financiaron la especulación y la fuga.
La medición de la deuda externa sí es un ítem importante, porque es la más riesgosa, más difícil de negociar, como se ha demostrado, y está en moneda dura. Entre el 2007 y el 2015, el stock de deuda externa total subió en U$S 2.942 millones (ocho años), principalmente por préstamos con el BID y el BIRF. Sin embargo, entre el 2015 y el 2019, creció en U$S 90.638 millones: son unos U$S 22.660 millones promedio por año. Por su parte, en lo que va del gobierno de Alberto Fernández la deuda externa bajó U$S 6899 millones. La comparación no deja lugar a dudas.
Lo que intenta el macrismo es lavar el endeudamiento externo al que han sometido a la Nación, y negar la fuerte reducción que ha hecho el actual gobierno de la carísima deuda con acreedores privados por ellos contraída, y que gracias al exitoso canje permitió un fuerte alivio en los pagos de unos U$S 37.000 millones en diez años.
Cabe recordar que hacia finales de 2017 la agencia Bloomberg señalaba que Argentina era el país emergente que más deuda había emitido a nivel mundial entre principios de 2016 y mediados de septiembre de 2017, seguida por China, todo un reflejo de los montos involucrados. El cierre de los mercados no fue simplemente porque se “endureció la situación internacional”, como se quiere hacer creer, sino que fue fruto del endeudamiento récord y de la falta de capacidad de repago, producto de políticas insostenibles. Fue el preludio de lo que vendría después, que fue la hipoteca con el FMI, aprobada entre “gallos y medianoche”, y sin ser sometida a discusión en su ámbito natural, que es el Congreso de la Nación.
El deterioro por las políticas implementadas durante el macrismo fue generalizado y afectó a todas las variables. La vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca, señaló que “esta economía tuvo una doble crisis y necesita una doble recuperación (…). Durante los tres gobiernos kirchneristas el salario real del sector privado registrado (…) aumentó en términos reales un 78% y con Macri este mismo indicador cayó 20%”. Para poner un simple ejemplo, significa que si al asumir Cristina Fernández de Kirchner el salario real era de $ 100, al dejar el cargo llegaba a los $ 180, mientras que Macri lo llevó a los $ 144. Es decir, que con Macri perdió $ 36 de los $ 80 ganados con Cristina, es decir, casi la mitad (el 45%).
En materia de empleo, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, señaló que en 46 meses (de 48 de gestión macrista) cayó el empleo industrial. Otro dato incontrastable. En cambio, según el funcionario, ahora van “12 meses consecutivos de recuperación del empleo, 23.000 empleos industriales más que en 2019, prácticamente todos los sectores ya en proceso de crecimiento (…). Hoy hay una industria argentina que está produciendo en el primer semestre del año casi 5% más que en 2019”, más que en la prepandemia sanitaria.
Queda en evidencia cuál es el modelo que hay que apoyar y profundizar de aquí en adelante. No es el del ajuste y la deuda que algunos/as salen a defender, sino el del mercado interno, la recuperación de los ingresos, y el crecimiento.
En el encuentro del Consejo de las Américas el ministro Guzmán anticipó que la economía terminará creciendo este año un 8%, por encima del valor presupuestado (5,5%) e incluso del 7% de la anterior proyección. La recuperación económica que el país está viviendo “no viene de la nada”: es el resultado, según el ministro, “de políticas económicas concretas en las cuales el Estado ha tenido un rol muy activo en proteger al trabajo, a la producción, a los sectores vulnerables y de modo general, proteger las capacidades productivas y sociales que existen en nuestra economía”.
La economía se sigue tranquilizando también en base a una situación mucho más robusta en materia de reservas internacionales, que crecieron U$S 7.500 millones en lo que va del año, incorporando los Derechos Especiales de Giro que se acaban de recibir del FMI, por un monto de U$S 4.334 millones. Como dijo Guzmán, la reestructuración de la deuda con acreedores privados, que significó un alivio importante para el frente externo, “da una mayor resiliencia en este frente”.
Si las negociaciones con el FMI avanzan como se espera, y todo indica que así será, este gobierno habrá conseguido un alivio importante por varios años en materia de pagos de la deuda, incluyendo la reestructuración con los privados. Con mucho esfuerzo se va abriendo una ventana para sentar las bases de la recuperación y el desarrollo sostenible. Por eso es preciso darle continuidad a todo el conjunto de políticas que encarna la actual gestión.