Ámbito Financiero | Opinión
Por Carlos Heller
La presentación y el debate en el Congreso del proyecto de Presupuesto 2021 trascienden las cuestiones de forma. No hay plan de mayor relevancia que el allí contenido. Incluye las proyecciones de las variables para los próximos años y, lo que es más importante aún, define las metas que el Gobierno se propone alcanzar en los próximos años. A diferencia de otros tiempos recientes, sobresale una fuerte coherencia entre lo que se pretende hacer y las herramientas, es decir, las políticas.
El texto que elaboró el Poder Ejecutivo parte de un supuesto clave, y es que el año próximo la pandemia estará superada. De lo contrario, algunas de las definiciones deberán ser revisadas. Los rebrotes en otras partes del mundo marcan que el sendero de salida no es lineal. No obstante, es necesario contar con un plan de acción partiendo del escenario que se crea más factible. La palabra lo dice todo: es un pre-supuesto.
Las proyecciones tienen en cuenta el complejo punto del que se parte. Por ejemplo, se estima un crecimiento del PIB del 5,5% en 2021, lo que indica que habrá una recuperación de menos de la mitad de lo que caería en 2020 (-12,1%). La dinámica continuaría en los años venideros (+4,5% en 2022 y + 3,5% en 2023). La tasa de inflación, en tanto, se irá reduciendo gradualmente (hasta el +29%, +24% y +20%, respectivamente), tras el 32% que el Gobierno proyecta para este año. No es posible bajarla más rápido sin ahogar la recuperación.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, hizo referencia en su presentación en el Congreso, entre otras cosas, al objetivo de proteger a las pymes, la producción nacional y a la necesidad de generar un ambiente de estabilidad. Para apoyar la recuperación de la actividad y el empleo se apuntará a fortalecer el mercado interno y a recomponer los ingresos reales de la población. El camino no es por el lado del ajuste.
La consistencia actual contrasta con lo ocurrido en el pasado reciente, cuando colisionaban los objetivos promocionados con la lógica de las políticas. Con el anterior gobierno volvió a quedar claro que la filosofía del Estado “canchero”, con el eje puesto en ganar la confianza de los mercados, termina generando desempleo, incertidumbre y volatilidad del entorno macroeconómico. ¿Por qué será que jamás llegó la lluvia de inversiones al país, salvo las especulativas?
Los constantes presupuestos fallidos del gobierno de Macri echan luz sobre estos temas. En cuanto a la inflación, la subestimación de las proyecciones fue permanente. En el de 2017, por ejemplo, se esperaba un valor del 14,5%, pero terminó siendo del 24,8%. En el mismo presupuesto se proyectaba un promedio del 10% para 2018, aunque finalizó en el 47,6%. Y para 2019 se esperaba un 5%, que se transformó finalmente en el 53,8% (¡casi 50 puntos de diferencia!). El plan de metas de inflación, de pura cepa monetarista, terminó en un rotundo fracaso. ¿Cómo pensaban cumplir con estos objetivos mientras aumentaban tarifas y dejaban la cotización del tipo de cambio a merced de los mercados?
Algo similar ocurrió con la proyección de la actividad económica la que, al revés de la inflación, fue permanentemente sobrestimada. Por caso, en el texto del presupuesto 2017 se proyectaba para dicho año una suba del PIB del 3,5%, pero fue del 2,8%. Y para 2018 y 2019 se estimaba un incremento anual del 3,5%, aunque terminó siendo de -2,6% y -2,1%, respectivamente
He repetido muchas veces que no fueron errores ni mala praxis. En el corazón de los constantes yerros están la concepción ideológica y las políticas aplicadas. No es casual que también se equivoquen por amplio margen algunos de los más importantes organismos de crédito internacionales y analistas del mercado. Al final de cuentas lo que subyace es la intención de tratar de convencer a la sociedad sobre las supuestas bondades de sus antipopulares programas. El Presupuesto 2021 reúne todos los ingredientes de un plan coherente, que avanza con políticas adecuadas, haciendo eje en los sectores más desprotegidos, en las pymes y en la recuperación del trabajo argentino.