Sr. Heller.- Señor presidente: el presupuesto, eminentemente, es un programa de gobierno. En ese aspecto, el proyecto que estamos considerando, señala que el marco de la política macroeconómica en que se inserta supone la continuidad de los pilares fundamentales que han guiado el proyecto político iniciado en el año 2003.
Esto sucede en un contexto internacional sumamente complejo, en el que la crisis sigue haciendo estragos en muchos países. Crisis que está muy lejos de ser superada, según podemos ver cotidianamente. Es lamentable observar cómo muchos países, en particular en la Vieja Europa, siguen aplicando planes de ajuste y recetas neoliberales para supuestamente por esa vía intentar, superar la recesión y el sobreendeudamiento.
Los resultados son, como era de esperar, exactamente los contrarios. Los datos del desempleo juvenil de los países de Europa son de verdad escalofriantes; sin embargo, los mercados no se conmueven e insisten con planes de austeridad como la única opción viable para enfrentar estas crisis. Si se me permite una licencia, diría, hasta reeligen por tercera vez en la presidencia del país más grande de Europa, sin que nadie se ponga colorado ni se turbe por ello. ¿Por qué hablo de esto? Porque la Argentina conoció esas recetas y no hace tanto. Cada vez que escuchamos aquí hablar –y en este debate del Presupuesto se ha escuchado varias veces- de la necesidad de reducir el gasto, de la necesidad de disminuir lo que llaman la “presión tributaria”, no podemos dejar de acordarnos que eso tiene mucho que ver y se parece mucho a lo que ya hemos vivido y es, además, un calco de esto que está pasando en muchos países de la Vieja Europa.
Este presupuesto está hecho con otras prioridades: sostener el crecimiento, seguir con el proceso de desendeudamiento, seguir contribuyendo a mejorar el nivel de vida de la población, incrementar los niveles de inclusión social y continuar trabajando en mejorar la distribución del ingreso. Si uno observa el presupuesto verá que las pautas, en general, apuntan hacia esa dirección.
Estamos tratando un presupuesto que prevé un crecimiento del 6,2 por ciento. Que está compuesto por un incremento del 5,7 en el consumo y del 8,5 en la inversión, con un sector externo que mantiene su dinamismo, proyectándose aumentos tanto en las exportaciones como en las importaciones, para alcanzar un saldo comercial otra vez superior a los 10.000 millones de dólares, similar al que se viene obteniendo en los últimos años.
Y quiero detenerme aquí, porque cada vez que tenemos que tratar estos temas y se dan a conocer estos supuestos –porque estamos hablando de eso, un presupuesto es hacer una serie de supuestos-, se desata una andanada de críticas como las que hemos escuchado hoy. Y esencialmente, hemos escuchando “dibujo”, “irreal”, “mamarracho”. Hemos escuchado cosas tremendas, con calificativos yo diría ofensivos, agresivos, yo diría inaceptables, respecto de algo tan importante como el presupuesto nacional.
Quiero recordar que la misma cuestión se planteó cuando se discutió el presupuesto del año pasado. Es un calco. Si fuéramos al Diario de Sesiones del año pasado y lo revisáramos veríamos que casi las mismas personas dijeron casi las mismas cosas.
Tenemos datos que dicen que este año vamos a crecer algo más del 5 por ciento, que se va a superar la estimación presupuestaria del 4,4 que cuando la planteamos se nos dijo, como ahora, que era un dibujo, que era irreal, que era inalcanzable.
Claro que para cuestionar los datos del año pasado también se cuestionan los de este, y se dice que estos datos también son irreales, lo hemos escuchado todo el tiempo. Parece que hay una perversa acción destinada a engrosar los números a fin de hacer la gauchada a los tenedores del cupón PBI, para que lo cobren. Esa sería la lectura de muchísimas de las intervenciones que hemos escuchado.
Ahora yo quiero dar algunos datos que no son del INDEC, que no son del gobierno. Por ejemplo, en los ocho primeros meses de 2013 se produjeron 536.000 automotores, según datos de la Asociación de Fábricas de Automotores –ADEFA. Esto es un 12 por ciento más que en 2012. Estamos hablando de un rubro fundamental en la composición del producto bruto. Los despachos de cemento, en los ocho primeros meses, según la cámara del sector, crecieron un 10 por ciento respecto al mismo período de 2012, y en el último mes –conocidos los datos de agosto- crecieron un 25 por ciento respecto a agosto del año anterior. Insisto: no son datos del INDEC, son datos de las cámaras empresarias.
La UIA ha dicho que durante julio la industria creció el 3,2 por ciento interanual. La campaña agrícola 2012-2013 fue de 106 millones de toneladas. ¿Saben cuánto más que la campaña anterior?, un 15,6 por ciento más que la campaña 2011-2012. Estos datos son absolutamente objetivos: la campaña agrícola, con un 15,6 por ciento más; 10 por ciento más de cemento; 12 por ciento más de automotores. ¿Por qué dicen que es un dibujo que el PBI este año crecerá un 5 por ciento? ¿A quién se le ocurre? ¿Basado en qué?
Los depósitos en pesos del sector privado crecieron un 35 por ciento anual de crecimiento llevan en estos meses, y los préstamos al sector privado, 38 por ciento de crecimiento. Dicho sea de paso, la mitad de ese crecimiento, en función de la línea de crédito productivo, al 15,25 por ciento, que se da en el marco de la vilipendiada reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, que le dio facultades para orientar el crédito como lo viene haciendo. Recuerdo que a raíz de esa reforma algún miembro del Parlamento dijera que se había convertido al Banco Central en un Banco Central esclavo.
Entonces, ¿qué es lo qué pasa? ¿Dónde está el problema? Creo que hay dos explicaciones posibles. Una, que como se es opositor hay que oponerse y tiene que ser algo sistemático, y hay otra, no entienden o no aceptan este modelo de crecimiento que está llevando adelante el gobierno nacional. No se convencen de que el aumento de los ingresos, el crecimiento del mercado interno, un gasto público dinámico y contracíclico y un proceso continuado de industrialización generan efectos positivos y tienen como resultado el crecimiento de la economía y mejoras en el nivel de vida de la población.
Otros ejes del presupuesto son los que tienen que ver con la política fiscal y la política de desendeudamiento, el incremento de la recaudación tributaria y la expansión sostenible del gasto público. Son todos ejes que forman parte también de una política integral; no se pueden desprender unos de otros.
El desendeudamiento ha permitido –todos lo conocemos, y ya se ha repetido aquí- reducir la carga de la deuda por intereses y su peso en el gasto. En el 2001 era el 3,8 por ciento del PBI; en 2012 fue solo del 1,4 por ciento del PBI, resultado del canje y del desendeudamiento llevado a cabo en los últimos años.
La deuda pública, como porcentaje del PBI, bajó del 164 al 40, a fines de 2012. Cuento toda la deuda. En ese mismo período en Estados Unidos la deuda subió al 114; en Japón, a 250; en la zona del euro, con valores que van entre 55 y 119 por ciento de su PBI. Creo que son logros que no se pueden ignorar, que son trascendentes y que han cambiado la situación de la República Argentina.
La deuda externa ha dejado de ser un obstáculo estructural para el desarrollo argentino. La política económica que lleva adelante el gobierno, y que se refleja en cada uno de los presupuestos que tratamos, esta vez y los últimos años no la tuvimos que ir a discutir con el FMI. No tuvimos que leer en algún diario de gran circulación: “El fondo aprobó el presupuesto, ahora lo tratará el Parlamento”. Ahora lo trata el Parlamento. Esto es un hecho fundamental que cambia la actitud que tenemos como país.
Las proyecciones del presupuesto ratifican que el gasto público seguirá siendo una herramienta fundamental para avanzar en este modelo de crecimiento con equidad. Claramente, rechazamos las visiones que ven en el crecimiento del gasto una amenaza. Para nosotros es una fortaleza, es una herramienta de fortaleza de este presupuesto, y de los que hemos tenido estos últimos años.
¿Cuál es el contenido del gasto público? Porque se dicen cosas, se citan porcentajes. El gasto social alcanzará este 2014, según el presupuesto, el 61 por ciento del total del gasto. El gasto social será el 61 por ciento de todo el gasto. El gasto en Educación, Salud y Seguridad Social, llegó en el año 2012 al 15,2 por ciento del PBI; máximo histórico, cuando en los 90 era algo más de la mitad de ese valor, alrededor del 9 por ciento.
En materia de inversión pública, en el año 2012 se llegó al 3 por ciento del PBI; inversión pública que en los 90 había llegado virtualmente a cero.
La política tributaria, junto con el desendeudamiento, provee los recursos para atender el gasto social y la inversión pública. Entre 1993 y 2002 la recaudación tributaria promedió el 17 por ciento del PBI; entre 2003 y 2012, el 25,6 por ciento; y en 2012, el 31,7 por ciento. No es un tema de presión tributaria, es un tema de política tributaria porque al mismo tiempo, entre 1991 y 2000, los impuestos directos eran solo el 22,8 por ciento de la recaudación, y entre 2003 y 2012, son el 43,2. Es decir, se avanza en la progresividad impositiva, que también es otro dato que este presupuesto contiene.
Como se está agotando el tiempo y no quiero dejar de hablar de los otros temas, dos palabras, tenemos el tema de la emergencia económica y el tratamiento de los impuestos a los débitos y créditos bancarios, entre otros.
Nuestro bloque va a acompañar, en todos los casos, con el voto positivo. Pero una palabra respecto de la emergencia económica, porque eso también se bastardea y se maltratada. Porque, "cómo hay emergencia -dicen- si son tan buenos los números".
La emergencia está fuera; la emergencia es el contexto quebradizo del que habla la Presidenta; la emergencia es la amenaza de que los Estados Unidos el lunes entre en default el lunes, porque la Cámara de Representantes, opositora al oficialismo, no le aprueba el aumento del gasto y si no le aprueban el aumento del gasto van a tener que que dejar de pagar las obligaciones que tiene el Estado norteamericano.
Estamos, por imperio de la acción opositora interna de los Estados Unidos a la puerta de un default de la principal potencia global, cosa que ya pasó el año pasado y terminó arreglándose, entre gallos y medianoche, el 31 de diciembre.
Cómo no vamos pensar que hay un clima de emergencia y de inestabilidad que requiere que el Poder Ejecutivo conserve atributos para actuar con el dinamismo que la situación requiere. De esa emergencia estamos hablando; de la emergencia en la que nos tiene inserto el modelo neoliberal, que aún sigue siendo dominante en el mundo.
Por todas esas razones, adelantamos el voto afirmativo del bloque del Frente Nuevo Encuentro.