Página/12 | Opinión
Por Carlos Heller
Hace tiempo que lo venimos diciendo: la inflación es a la economía lo que la fiebre a las personas. La inflación, como la fiebre, es un síntoma y, en ambos casos, hay que buscar sus causas para poder tratarlas. Pero, ¿cuáles son las causas? Dentro de su multicausalidad, las variables que más explican la inflación en la actualidad a mi juicio son la puja distributiva y la especulación.
Por un lado, hay una economía en crecimiento y, por lo tanto, una torta más grande para repartir. Entonces, la puja distributiva es la disputa por mayores porciones de esa torta ampliada. En ese escenario, la suba de los precios es un procedimiento de los grandes grupos concentrados de la economía para incrementar sus ganancias en detrimento del conjunto de los consumidores. La pelea, como siempre, es entre los formadores de precios y la gente.
Por otro lado, quien importa con un dólar a 217 y luego calcula los precios de sus productos para la venta con un dólar a 427 —porque supone que cuando tenga que reponer va a estar en este último valor— lo que está haciendo es especular.
La pelea contra la suba de los precios viene de muy lejos en la Argentina. Ya en febrero de 1952, Perón lanzó un Plan de Estabilización con el que profundizó el control de precios a través de campañas cuyo objetivo era combatir “el agio y la especulación”. Un poco más acá, en 1973, se produjo el acuerdo tripartito Perón–Gelbard entre el Estado, los empresarios y los trabajadores que incluyó un fuerte congelamiento de precios y salarios, luego de un aumento general del 20% de estos últimos. Hay varios ejemplos más.
Tampoco es cierto, como insiste la mayoría de los opositores, que la emisión sea la que explica los niveles de inflación actual. El aumento de la base monetaria de febrero de 2023 con relación a febrero de 2022 es de menos del 40%. Al respecto, Juntos por el Cambio insiste en bajar el gasto. Por supuesto: lo que proponen es ajustar. Y, sobre todo, ajustar el gasto social que es más del 50% del gasto total. Dentro de éste, una gran proporción se destina a lo previsional. No hay modo de ajustar el gasto sin perjudicar a los sectores más vulnerables de la sociedad, entre ellos los/as jubilados/as.
Por otro lado, el ministro de Economía, Sergio Massa, volvió del exterior con acuerdos crediticios por alrededor de U$S 2.500 millones provistos por organismos multilaterales y fondos de inversión. Ello sucedió luego del encuentro bilateral entre los presidentes Alberto Fernández y Joseph Biden, el 29 de marzo pasado. Allí apareció en agenda el tema de la explotación de los recursos naturales.
También se produjo la visita a nuestro país de la jefa del Comando Sur de EEUU, Laura Richardson, quien ya en enero había manifestado: “Esta región es importante, ¡con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras! Aquí está el triángulo de litio, que es necesario para la tecnología de hoy. El 60% del litio del mundo se encuentra en el triángulo de litio: Argentina, Bolivia, Chile. Tiene las reservas de petróleo crudo ligero y dulce más grandes, incluidas las descubiertas frente a las costas de Guyana hace más de un año. Tienen los recursos de Venezuela también, con petróleo, cobre, oro. Tenemos los pulmones del mundo: el Amazonas, también. El 31% de reservas de agua dulce del mundo, en esta región del mundo, también. Es algo fuera de serie”.
El equilibrio es difícil: se trata de obtener las mayores flexibilidades en las negociaciones con los países centrales y los organismos internacionales de crédito pero sin dejar de defender el interés nacional y sin resignar soberanía. Por un lado, es imprescindible proteger nuestros recursos naturales; por otro, es necesario avanzar en un proceso local de industrialización para generar trabajo y producir exportaciones con mayor valor agregado. Es la diferencia entre desarrollar la Argentina o dejar que nos conviertan en una factoría.
En esta perspectiva, el presidente Gabriel Boric anunció la creación de una asociación público-privada para la explotación del litio en Chile y señaló: “el Estado participará en todo el ciclo productivo del mineral. La exploración, explotación y agregación de valor lo haremos con base en el principio de la colaboración virtuosa público-privada”.
Mientras, en Argentina continúan las deliberaciones por las candidaturas en las dos grandes coaliciones políticas. En ese marco, este viernes el presidente Alberto Fernández anunció que no se presentará como candidato para ser reelecto en las próximas elecciones de octubre. El Frente de Todos, a través de un consenso superador o mediante las PASO, debe elegir sus candidatos y también dar a conocer las propuestas con que concurrirá a las elecciones. Como hemos dicho muchas veces, el candidato debe ser el proyecto.
Entre otros temas, se trata de impulsar un Estado presente y dejar atrás la idea del “Estado canchero”, que sólo intervenga para que las corporaciones desarrollen sus negocios con máximos beneficios.
Un país con paritarias libres en las que los salarios les ganen a los precios y no donde los precios les ganen a los salarios.
Un país que incluya laboralmente a todas y todos y que reduzca las brechas de participación (incluida la salarial) en el mercado de trabajo entre hombres y mujeres, y no un país donde se mantengan o aumenten las desigualdades de género.
Un país donde los servicios públicos sean accesibles para todos y no un negocio para pocos.
Un país que impulse la integración regional y la alianza con otras naciones y no un país que se inserte en el mundo sin ninguna protección.
Un país donde la República y sus instituciones, entre ellas el Poder Judicial, funcionen al servicio de la ciudadanía y no como expresión de las grandes corporaciones.
Un país con inclusión social y distribución de los ingresos y no un país con exclusión y concentración de la riqueza.
Un país que aporte recursos a la educación, la ciencia y la tecnología y no un país que apueste al ajuste fiscal y la reprimarización de la economía.
Un país que defienda la producción nacional, las PyMEs, las economías regionales y el trabajo argentino y no un país que se abra a importaciones que destruyan los productos elaborados localmente.
Un país que privilegie el uso soberano de los recursos naturales en un escenario de una fuerte competencia global por la explotación e industrialización de los mismos.
Hay dos proyectos. Pero sólo uno de ellos, el que expresa el Frente de Todos, representa los intereses de las mayorías.