Noticias Argentinas | Opinión
Por Carlos Heller
El viernes pasado presentamos en la Cámara de Diputados de la Nación el proyecto de ley de aporte solidario y extraordinario por única vez, con fines específicos, que alcanza a las personas humanas que tienen un patrimonio declarado de más de 200 millones de pesos al 31 de diciembre de 2019.
Lo obtenido por este aporte será destinado a la compra de insumos, medicamentos y vacunas para atender los problemas sanitarios vinculados a la pandemia; al apoyo a las PyMEs y a sostener el empleo; al fortalecimiento del programa de becas para contribuir al desarrollo educativo y académico; a la mejora de las condiciones de hábitat y de vida de los habitantes de barrios populares; a inversiones para mejorar la producción de gas natural en el país.
Solo lo pagarán alrededor de 12 mil argentinos y argentinas que aportarán en conjunto más de 300 mil millones de pesos.
El aporte rige, como ya dijimos, sobre las personas humanas con un patrimonio declarado de 200 millones de pesos o más al 31 de diciembre de 2019.
Las alícuotas son variables y van escalando según los patrimonios declarados. El que posee entre 200 y 300 millones de pesos tiene una alícuota del 2%. Luego esa alícuota va subiendo para aquellos que tienen un patrimonio de
Esa escala que arranca en 2% termina en 3.5%, porcentaje aplicable a los que tienen 3 mil millones de pesos o más. Además, sobre la porción de bienes que esas personas humanas tienen declarados en el exterior se establece un recargo del 50% de la alícuota que le corresponde a cada tramo.
Es decir, si alguien tiene 200 millones de pesos, o entre 200 y 300 millones de pesos, y lo tiene todo en el exterior, en vez de una alícuota del 2% pagará una del 3%. Si tiene mitad y mitad, será el 2 por la parte que tiene en el país y el 3 por la parte que tiene en el exterior.
Pero, si estas personas humanas alcanzadas por el aporte solidario y extraordinario repatrían el 30% de sus tenencias financieras en el exterior, el diferencial de la escala desaparece y paga por la totalidad de su patrimonio como si estuviera todo en el país.
En síntesis: a los que van a hacer este aporte no les va a cambiar la vida pero a los que reciban sus beneficios la vida les va a ser un poco mejor.
La iniciativa ingresa en el Congreso en un momento en el que las demandas de recursos hacia el Estado están en un punto muy alto y los ingresos que obtiene ese mismo Estado están en un punto muy bajo.
La pandemia, y sus efectos económicos y sociales, multiplican las necesidades y, para afrontarlas, es necesario producir nuevos ingresos. Eso último es lo que el aporte solidario y extraordinario viene a generar.
No hay dudas de que el Estado debe seguir interviniendo. La cuestión es cómo dotar a ese Estado de nuevos recursos para que intervenga con eficacia. Así como existe cierto consenso sobre la necesidad de que el Estado tenga un rol activo en la crisis, necesitamos construir cierto consenso para dotar a ese Estado de nuevos recursos.
En una situación excepcional, hemos trabajado mucho para crear con el aporte la mejor ecuación entre alcanzar a la menor cantidad de gente logrando el mayor ingreso posible.
Los que insisten con la necesidad de terminar con la grieta están ante una gran oportunidad: la de no ver esta medida como una confrontación sino como una decisión racional e imprescindible para que el Estado pueda enfrentar la pandemia y sus consecuencias sanitarias, económicos y sociales con éxito.
Nota publicada en Noticias Argentinas el 02/09/2020