Nuestras Voces | Opinión
Por Carlos Heller
El macrismo busca desviar la atención de los principales temas y en la apertura de sesiones del Congreso apeló a cuestiones desvinculadas de la economía, como la creación de un polémico parque ecológico en Campo de Mayo, la obesidad infantil y temas de igualdad de género. Proponen una falsa disyuntiva entre gradualismo y shock pero el final es previsible, aunque en el corto plazo se intente encaminar la economía: más problemas de empleo, desigualdad y crisis financieras.
El neoliberalismo, que tuvo su primer campo de experimentación en Argentina y Chile, en los años setenta, se generalizó en todo el mundo tras el colapso del bloque socialista, ante la falta de una alternativa al ajuste y la desregulación. Con distinta intensidad, se verificó tanto en los países centrales como en la periferia. El resultado fue unívoco: más problemas de empleo, desigualdad y crisis financieras. Por eso es falsa la disyuntiva que se intenta instalar entre gradualismo y shock.
El final es previsible, aunque en el corto plazo se intente encaminar la economía y prevalezcan las idas y vueltas. Por eso cada vez parecen más lejanos objetivos presuntos como acabar con la inflación o –¿quién recuerda ya?— llevar a cero la pobreza. Nicolás Massot reconoció que bajar la pobreza llevará 20 años, una condena casi perpetua.
Varios analistas vienen recalculando a la baja el crecimiento del PBI para 2018. El gobierno se había comprometido en el Presupuesto nacional a un 3,5 por ciento, pero ese número se ve cada vez más desdibujado y por efecto de la sequía ya se habla de un 3 por ciento, aunque el siempre optimista FMI está por debajo de ese valor (2,5%). En materia inflacionaria, el año comenzó de la peor manera. El gobierno abrió el período de paritarias con tarifazos y subas del dólar, y ahora no las puede cerrar. El 15 por ciento de inflación que ofreció el gobierno no encuentra casi quien salga en su defensa. Hasta Marcos Peña reconoció que “la meta de inflación del 15 por ciento no es un pronóstico”, sino “una orientación de la velocidad de la baja”. Frase de posverdad que sólo fue superada por “el crecimiento invisible” de Mauricio Macri.
Cabe recordar que el 28 de diciembre se modificó la meta de inflación del 10 al 15 por ciento. Los analistas del mercado no obstante, ya la estiman cerca del 20 por ciento. La intención es encarrilar las paritarias alrededor de un valor algo más creíble (aunque por debajo de las expectativas), que de aceptarse implicaría una nueva caída del salario real, uno de los verdaderos objetivos que tiene el gobierno, a tono con el pedido del gran arco empresarial.
El ministro de Hacienda Nicolás Dujovne reafirmó: “Para nosotros es fundamental cumplir la meta de inflación anual”. Sin embargo, adelantó que falta seguir aumentando la tarifa de transporte en el AMBA: “Estamos hablando de colectivos y trenes, que tienen precios desalineados, con lo que nos movimos en electricidad, gas y agua”. En ese marco, el sindicato de Empleados de Comercio firmó el 15 por ciento en cuotas, y sin cláusula gatillo como sí tendrán los últimos bonos públicos emitidos por el Tesoro.
En estos días se conoció la inflación minorista de febrero, que fue del 2,4 por ciento; en tanto, la mayorista aumentó un 4,8 por ciento, fundamentalmente como consecuencia de la devaluación, que augura una fuerte presión adicional en los próximos meses en los precios al consumidor. De hecho, el BCRA a pesar de tener poder de fuego recién salió a contener el tipo de cambio el martes 6 de marzo, algo que no hacía desde agosto del año pasado, lo que indica que no veía con malos ojos la suba del dólar y que pudo haber hecho algo para evitar el impacto inflacionario.
En este marco, el macrismo ha encarado una estrategia para desviar la atención de los principales temas. En la apertura de sesiones del Congreso, la agenda legislativa que trata de encarar el gobierno en 2018 se limita a un puñado de proyectos que apelan a cuestiones desvinculadas de la economía, sin comprometer recursos del erario público, como ser la creación de un polémico parque ecológico en Campo de Mayo, la obesidad infantil y temas de igualdad de género. Más allá de los títulos, se trata en los hechos de simples cortinas de humo. En estos días se conoció el proyecto oficial para establecer la equidad de género y la igualdad de oportunidades en el ámbito laboral. Y deja mucho que desear: no establece obligaciones, sanción ni controles a las empresas, dejando que cada una elabore un código de conducta a sus anchas y remita una copia al Ministerio de Trabajo.
Mientras el gobierno simula una confrontación con la Unión Industrial Argentina, la ciudadanía padece las consecuencias del modelo. Un estudio que circuló muestra que una familia de clase media destina 80 por ciento del sueldo para pagar gastos fijos, es decir, los que hay que pagar sí o sí ni bien arranca el mes, como el alquiler, las expensas, los servicios, el seguro del coche, el colegio de los pibes, la cuota del club. Solo queda el 20 por ciento para comida, vestimenta, esparcimiento y otras actividades. Otro informe señala que los porteños compran más alimentos, pero reducen la demanda de otros productos, un comportamiento típico que refleja la caída del poder adquisitivo. Un resultado típico del modelo neoliberal, ya sea en forma de shock o en su actual empaquetado gradual.