Minuto Uno | Opinión
Por Juan Carlos Junio
Hace sólo unos pocos días nos aseguraron por quinta vez que lo peor ya había pasado. Pero luego, el gobierno tuvo que pedirle al FMI un "acuerdo". Enseguida otra disparada del dólar terminó de expulsar al presidente del Banco Central. Cierto es que este gobierno nos tiene acostumbrados a las devaluaciones. Recordemos que lo primero que hizo Mauricio Macri cuando asumió fue llevar el dólar de $9 a $14, que quedó en la historia como el "dólar Prat-Gay".
En 2017 estaba a más de $15, en lo que va del año ya se devaluó un 50% y para finales del 2018 terminaría cerca de $30. Pero el cambio de titular del Central evidencia una crisis del modelo macrista y la pérdida de iniciativa política del gobierno. La directora del FMI, Christine Lagarde fue contundente: "estamos otorgando el mejor paraguas financiero de la historia del Fondo". Su traducción política es: queremos y necesitamos que continúe Macri y el modelo de ajuste y endeudamiento en Argentina y en América Latina.
Que el dólar esté arriba de $28, arañando los $29 obligará a recalcular todas las variables económicas de la Argentina. Han quedado por el piso todas las proyecciones del gobierno y las consultoras privadas. Y la actividad económica en general se ve frenada por un dólar que no para. Es difícil poner un precio de cualquier mercadería; y los grandes monopolios formadores de precios se aprovechan y remarcan a discreción. El problema es de fondo, porque la economía argentina tiene muchos bienes dolarizados. Algunos porque los exportamos - como los granos y alimentos- y otros porque los importamos - como el combustible, autos e insumos industriales-.
En todos los casos lo que prima es el mercado, o mejor dicho, la desregulación que consagró el gobierno y que alcanzó todos los ítems. Repasemos: se levantó toda restricción a la compra de moneda extranjera. Se liberalizó la entrada y salida de capitales especulativos. Fue pagada una cuantiosa suma a los fondos buitre y a sus abogados. Se eximió de liquidación de las divisas a los exportadores, o sea que pueden dejar afuera los dólares de la cosecha y nunca traerlos. Bajaron las retenciones a las exportaciones o directamente se las quitaron. Seguimos. Fue liberado el precio de las naftas. En fin, se han abierto todas las puertas y canillas para que se vayan los dólares, y se han cerrado todas las posibilidades de que el dólar entre como resultado del intercambio comercial positivo. Cuando el mercado financiero internacional le dijo "basta, no hay más dólares" a fines del año pasado, a la primera corrida salieron a refugiarse en el Fondo, siguiendo los pasos de Domingo Cavallo, Fernando de la Rúa y de los "modernos" financistas y grandes corporaciones locales.
Surge entonces un interrogante obligado: ¿por qué nos debe preocupar tanto a nosotros? Una primera respuesta es: por la inflación, es decir, por los aumentos de precios que afectan cotidianamente la vida de todos los sectores, desde los más humildes a las clases medias. Los datos de mayo resultan elocuentes: alimentos se fue a 3,3%, que es el ítem que más duele. Ahí tenemos la harina común con 31,2%, los fideos guiseros 9,5%, el pan 8,7%, los huevos 7,3%, la paleta 4%, la yerba 4,1%. Después están los productos estacionales o excepcionales, pero hay que pagarlos igual: la lechuga 88,9%, la cebolla 40%. Recordemos que a los sueldos los quieren taponar en el 15% y hay otro 5% que no está claro su destino.
Recientemente se dio a conocer también el dato del Indec de Macri. Extrañamente el ítem de servicios públicos dio negativo. Algo llamativo en la Argentina del Juanjo “Shell” Aranguren, el hombre del tarifazo, ahora en retiro obligado por el rechazo de la opinión pública. Tal es la cosa, que ahora nos ofrecen pagar la tarifa de gas en tres cuotas, eso sí, con intereses; porque somos deudores del largo brazo de Aranguren. Seguramente no será olvidado ya que la historia siempre hace su trabajo.
Se van conociendo más detalles del acuerdo con el FMI, que no tiene ningún punto que se refiera a cómo reactivar la economía productiva, cómo generar empleo, mercado interno para nuestras pymes. De hecho, los puntos son generadores de recesión e inflación. Una ecuación tan temible como conocidas sus consecuencias para el pueblo.
La obra pública se extinguirá de la faz de la República Argentina. La Cámara de la Construcción advirtió que corren riesgo decenas de miles de puestos de trabajo. Las cámaras textiles y de calzado celebraron el acuerdo del Fondo, pero advirtieron que van a perder medio millón de puestos de trabajo. Más clara es la definición de APYME que comunicó: "la inflación en alza, continuará erosionando el poder adquisitivo de la población, con el consiguiente achicamiento del mercado interno, las economías regionales, los pequeños y medianos productores y la economía social".