9 de Julio de 1816 - 9 de Julio de 2015

09/07/2015

Documento de la Convocatoria Económica y Social por la Argentina

9 de julio

A sólo un año del Bicentenario de la Independencia de nuestra Patria, aquella lucha que se dio a lo largo de dos siglos sigue presente. Existieron y existen dos modelos de país, uno soberano, justo e independiente, y otro entregado a los designios foráneos y profundamente desigual. De cara a una nueva elección presidencial, como marca nuestra constitución, seguimos viendo claros representantes de ambos pensamientos: unos buscan un cambio hacia el pasado y otros queremos profundizar el actual proyecto de cara a un futuro inclusivo, soberano y justo. Por eso, recordar aquella lucha implica fortalecer y reafirmar nuestros ideales de hoy.

La Declaración de Independencia del 9 de julio de 1816 en la ciudad de Tucumán, representó un período de ascenso del modelo de país que en aquel momento encarnaban José de San Martín, Manuel Belgrano, Gervasio Artigas, Simón Bolívar y Bernardo Monteagudo, entre tantos otros.

 

Aquel proyecto político que pretendía la soberanía, ante el colonialismo, representaba la fuerza progresista y democrática de la incipiente República Argentina y que gestaba en su visión, el faro que guiaría a otros patriotas que a lo largo de dos siglos mantuvieron vigente esta convicción y estos ideales.

 

La soberanía sobre la tierra, la importancia fundamental de las economías regionales en el crecimiento del país, la diversificación de la producción, la necesidad de fortalecer el mercado interno, los recursos naturales, la visión soberana de las relaciones exteriores, el foco estratégico en la industrialización del país, conjuntamente con la convicción de que estas decisiones políticas traerían inclusión, redistribución de la riqueza y mejores oportunidades para los argentinos, eran el horizonte de aquellos que en 1816 firmaron la histórica Declaración.

 

Dos siglos de banderas, de escarapelas, de plazas colmadas, de trabajadores luchando para conquistar sus derechos; dos siglos de victorias y derrotas, de juventudes masacradas, de trabajadores vilipendiados y explotados, de empresarios nacionales llevados a la ruina; dan cuenta de que hubo y sigue habiendo un pueblo dispuesto a luchar por una Nación más justa, más soberana y más independiente.

 

Los gobiernos populares de Yrigoyen y Perón y el movimiento obrero organizado, FORJA, la resistencia del ´55, el luche y vuelve de los ´70, “Cámpora al gobierno, Perón al poder”, la primavera corta de Alfonsín, fueron etapas de nuestra historia que reconocemos en la conquista de una Patria más Justa, Libre y Soberana.

 

Inclusive hoy, aquellos que no toleran el resurgimiento del pueblo, buscan confundir al electorado “pintándose” de progresistas y rememorando a Frondizi, por supuesto, por los recuerdos positivos de su gobierno y no por sus errores. No se lo recuerda por el Plan CONINTES, el plan de CONmoción INTerna del EStado, cuyo resultado fueron miles de personas detenidas y al menos 111 condenadas en juicios sumarios realizados por consejos militares de guerra, y que los detenidos fueron sometidos sistemáticamente a torturas. En el mismo marco, decenas de miles de trabajadores de los transportes y servicios públicos fueron incorporados forzadamente al servicio militar y puestos bajo el mando de las fuerzas armadas. También fueron intervenidos sindicatos y clausurados locales partidarios. En 2007 y 2009, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la Provincia de Buenos Aires, sancionaron sendas leyes para indemnizar a las víctimas del Plan CONINTES. En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, la ley fue vetada por el Jefe de Gobierno y actual precandidato presidencial, Mauricio Macri. ¿Será que cuando dice que hay que evitar discutir el pasado implica intentar reproducirlo?

 

Son los mismos sectores poderosos de siempre y sus vasallos políticos y mediáticos que no están dispuestos a ceder ni un milímetro de sus privilegios y no les tembló el pulso a la hora de dejar sin recursos a San Martín y Belgrano en la lucha por la Independencia, son quienes se repartieron como propiedad privada la tierra de todos los argentinos y argentinas, y que no dudaron en bombardear la Plaza de Mayo, o desaparecer en un plan sistemático a 30.000 compañeros.

 

Siempre el campo popular tuvo problemas para unirse en sus coincidencias, son más las veces en que han sabido dividirlo, intentando dominarlo. Sin embargo, es la voluntad del pueblo la que emerge y emergió ante las adversidades, como el histórico 29 de Mayo de 1969 en “El Cordobazo”. Muchas organizaciones políticas pero fundamentalmente sindicales alzaron su protesta contra la opresión política y económica de la dictadura oscurantista de Onganía. También vale recordar la primer Huelga General contra la dictadura militar aquel 27 de abril de 1979. Una vez más los símbolos de la historia nos enseñan que la lucha del campo popular supera cualquier división político-partidaria. La unión del campo nacional y popular fue, es y será la prioridad para cualquier proyecto político que quiera representar los intereses de su pueblo.

 

Sin embargo, los vaivenes de este péndulo nos llevó a la dictadura cívico-militar de 1976 que destruyó a una generación entera y sustituyó la participación política por el “no te metas” o el “algo habrán hecho”. Luego, la infamia de la década de los 90 profundizó esta desigualdad imponiendo la lógica del “sálvese quien pueda” en lo político y en lo económico; la apatía social, el consumismo y el culto al dinero como sentido común en el pueblo. Los medios de comunicación fueron el sustento principal de esa desarticulación social.

 

El neoliberalismo y la pérdida de nuestra soberanía política y económica nos condujeron a la virtual disolución de nuestra Nación. Esa cuasi ruptura del pacto social fue precedida por decisiones políticas y económicas que fueron en contra de los intereses del pueblo. Desde lo político, la subordinación a la lógica de las necesidades de las potencias centrales y desde lo económico, el endeudamiento desmedido, alcanzando casi el 166% del PBI en 2003, para condicionar a la política y hambrear a nuestro pueblo. ¿Quién se enfrentaría a esto si cuando se llega al gobierno pareciera que se necesita de la ayuda de los mismos que promovieron su endeudamiento? Fueron Néstor y Cristina Kirchner, que interpretando al pueblo, decidieron enfrentar los costos y los nuevos desafíos, como por ejemplo los fondos buitres, sabiendo que el camino de la soberanía política y económica siempre es el más difícil en el corto plazo y, al mismo tiempo, el único camino correcto que protege la voluntad de los pueblos. Aunque algunos insistan en que recordar estos episodios es hablar del pasado, sabemos que si no lo hacemos, corremos el riesgo de repetir esas mismas políticas y un camino al que no queremos volver. Hoy lo vemos reflejado en Grecia y sabemos que más del 60% de su población entiende que la dignidad no debe ser vendida o entregada ante las presiones internacionales. Es un espejo de lo que pasó en la Argentina y también es un espejo hacia futuro, lo importante que es, para la defensa de la soberanía nacional, entender que es indispensable que el poder político y el pueblo tengan el comando de su propio destino y para que puedan iniciar un proceso de desarrollo. Nosotros estamos doctorados en saber que el ajuste, el entregar la soberanía a una tecnocracia trasnacional no es el camino para crecer con justicia social y mucho menos para pagar ninguna deuda.

 

La llegada de Néstor primero, y de Cristina después, significó recuperar un ideario que creíamos perdido. Recuperar el sentido de la Patria, de nuestra identidad nacional y de la política como instrumento de cambio para los últimos de la fila, para los más humildes, implicó poder pensar un país inclusivo que priorice su deuda interna y social, para luego pensar en pagar la deuda externa. Deuda que se reestructuró como nunca antes se había hecho, con una quita del 65% que fue aceptado por el 93% de los acreedores. Sólo el 7% nos pone obstáculos, pero se ha demostrado, una vez más, que los buitres de hoy no son muy distintos a los buitres del ayer. Su agenda no ha variado en 200 años, tampoco la de los cipayos que sólo buscan congraciarse con ellos e ir a pagarles todo.

 

El trabajo y la industrialización con inclusión social fueron los pilares de estos doce años. Este enfoque político nos ha permitido vivir en un país con mayor distribución de la riqueza, con el orgullo de poder pararnos ante el mundo como nación soberana, de lograr desarrollos tecnológicos y científicos de vanguardia, y avanzar en la recuperación del manejo de nuestros recursos naturales y estratégicos.

 

Luego de doce años, se ha restituido nuestro sentido como Patria, hemos recuperado nuestra Identidad Nacional y se ha gestado un nuevo punto de inflexión en nuestra historia, que como ya dijimos, es sabia. Será con un pueblo nuevamente unido tras un ideal y con una fuerza política necesariamente frentista que sepa interpretar sus intereses, que podremos llegar al 2016, Bicentenario de la Independencia; sabiendo que hemos recuperado definitivamente las banderas del campo nacional, popular y democrático. De allí que consolidar la independencia económica no es sólo una frase de época. Una vez más hoy en día, intentan desestabilizar a nuestra democracia. No lo han logrado. Sepamos que van a seguir intentándolo y allí estaremos para contribuir a que esos designios sean derrotados, como lo hicimos con las subas abusivas de precios, con los fondos buitres, con las corridas bancarias y cambiarias, y con los golpes de mercado.

 

La independencia política y económica es vital para continuar con esta epopeya y confiamos en los hombres y mujeres que tomarán esta posta. La soberanía es una responsabilidad de todos, y debe estar bien presente en el Poder Judicial y en el Poder Legislativo. El “poder” se estaba transfiriendo a los grandes grupos concentrados y lo consolidaron con la aprobación de sendos tratados internacionales, sin mirar nada, sin mirar al futuro. Por esto es que hay que pensar también en el Derecho del futuro. Estamos convencidos que el desarrollo se da en un espacio necesariamente nacional, que depende esencialmente de la capacidad decisoria del pueblo y del Estado, que tiene capacidad de integrarse al mundo manteniendo el comando de su propio destino y fortaleciendo el eje regional para poder tener más fuerza. El desafío es crear inversiones y se crean con el ahorro interno sin perjuicio de que venga el aporte externo asociado a esta formación de capital, sobre bases nacionales. Entonces creemos que el debate pasa por allí y somos mayoría!! Consolidar lo logrado y ser capaces de resolver los problemas que nos presentan la realidad y el futuro, aunque sabemos que no es sencillo, es la tarea que debemos afrontar en los próximos años desde este espacio Nacional y Popular.