Una devaluación perjudicaría a las PYMES

15/05/2013

Por Lic. Emilio Katz, Directivo de CAIBYN y APYME

La confrontación política entre quienes defienden el proyecto oficial y aquellos que pretenden torcerle el rumbo se va agudizando día a día. Uno de los puntos en debate es la necesidad o no de una devaluación de nuestra moneda. Por ser las PYMES (micro, pequeñas y medianas empresas) un sector importante del aparato productivo, que explica el 40% del PBI y el 70% de la mano de obra ocupada, nos cabe la responsabilidad de fijar nuestra posición frente a una medida económica de tremenda importancia para nuestro futuro y el de millones de argentinos que trabajan en nuestras empresas.

Qué implica hoy devaluar nuestra moneda

Los alimentos y las materias primas que se exportan y consumen dentro del país, que son parte de la canasta alimenticia de la población en general y de los trabajadores en particular, mantendrían su precio en dólares, pues el mismo se rige por la cotización internacional de los commodities, en tanto, su precio en pesos aumentaría en un porcentaje similar al de la devaluación. Los demás precios de la economía intentarían equipararse al nuevo valor del dólar, y su logro dependería en gran medida del poder de remarcación que tengan sus productores, es decir, aquellos que han logrado ascender a la cresta de la pirámide de la concentración económica podrán lograrlo con mayor facilidad, en tanto las medianas, pequeñas y micro empresas tendrán más dificultades. El argumento más utilizado por los pregoneros de la devaluación es el de que estamos perdiendo competitividad para exportar, con lo cual se quiere significar que el precio que debe quedar estancado es él del salario.

Hablando claro, se busca frenar la economía, achicar el mercado interno, trasladar fuertemente ingresos desde abajo hacia arriba como ocurrió en las distintas devaluaciones de nuestra historia reciente.

El golpe de Estado que derrocó a Perón en 1955 devaluó el 80%, con Frondizi en 1958 se devaluó el 347%, con el Plan Pinedo en 1962 el 29%, y con el Rodrigazo en 1975 el 719%; luego se impuso la salida de la tablita de Martínez de Hoz con el 226%, la hiperinflación de 1989 derivó en una devaluación del 2038% y, por último la de Duhalde, del 214%.

Cada vez que se aplicó una devaluación se desató un brutal proceso inflacionario por las razones antes mencionadas, tema que los economistas que fogonean la devaluación y al mismo tiempo critican los actuales niveles de inflación simulan ignorar.

Los motivos, las causas, las circunstancias que condujeron a las distintas devaluaciones fueron cambiando, sin embargo, todas desencadenaron una disminución en el poder adquisitivo de los sectores populares, achicamiento del mercado interno y disminución en el nivel de actividad de las micro, pequeñas y medianas empresas.

Todas resultaron de la aplicación de las políticas de ajuste impuestas por el Fondo Monetario Internacional  que fueron desembocando en la crisis del sector externo.
Esas políticas, desde que nos desembarazamos del FMI, son sugeridas por los mismos economistas que las aplicaron en su momento. Las mismas que hoy se instrumentan en Europa y que en el caso de España produjeron índices de desocupación que hoy superan el 27% con el consiguiente impacto sobre el sector PYMES que cerró más de cien mil empresas.

El grado de virulencia que viene adquiriendo el debate de ideas en nuestro país, en el cual el papel de los medios de comunicación juega un rol preponderante, no nos puede hacer renegar de nuestros reales intereses.

Una devaluación beneficia a los exportadores, a los productores sojeros, a los que han acumulado fuertes reservas en dólares ganados en la actividad productiva y trasladados a la especulación financiera y a los economistas a sueldo de esos intereses.

En cambio, perjudica a quienes estamos dedicados a la actividad productiva, que nos va bien cuando a la mayoría de la sociedad le va bien, cuando se sustituyen importaciones, cuando se van abriendo los canales para acceder al crédito, cuando el mercado interno se potencia, cuando recibimos mejores pedidos de nuestros clientes y los pagos se agilizan y cuando nuestros clientes tienen sus negocios llenos de público.

No nos dejemos confundir por los titulares de algunos monopolios de la información que nos hablan de cuánto sube el dólar mal llamado "blue", mercado ilegal manejado por un puñado de especuladores de la economía y de la política, que actúa como bomba de humo para que no podamos ver cuál es nuestra verdadera identidad y qué Argentina queremos dejarle a nuestros hijos y a nuestros nietos.