Página/12 - Suplemento Cash | Opinión
Por Carlos Heller
El comunicado de la reciente conferencia del G20 en Buenos Aires es por demás claro: se debatieron “los principales riesgos para las perspectivas económicas, incluidas las vulnerabilidades financieras, que podrían revelarse con un endurecimiento de las condiciones financieras más rápido de lo esperado, y un aumento de las tensiones económicas y geopolíticas”. Una advertencia al mundo, pero que debe ser tomada muy en cuenta por nuestro país.
La liberalización financiera que se ha implementado desde el inicio del gobierno de Mauricio Macri tiene en su seno una alta volatilidad, que requiere ser manejada con gran cuidado.
Los flujos financieros pueden observarse con precisión en el Balance Cambiario, elaborado por el BCRA a partir de un concepto de “caja” que registra las divisas que entran o salen de nuestro país. En esta nota, los flujos financieros se expresan en términos netos (ingresos menos egresos).
Comencemos por una curiosidad: tanto en 2016 como en 2017 el endeudamiento externo del gobierno fue cercano a los 25.500 millones de dólares en cada año, mientras que las reservas internacionales se incrementaron en unos 14.000 millones de dólares cada año (en el bienio anterior, ambos conceptos mostraron una reducción de unos 3700 millones de dólares consistente con la política de desendeudamiento).
Sin embargo, la formación de activos externos del sector privado (conocida como “fuga de divisas”, y que está compuesta principalmente por la compra de billetes de dólar) más que se duplicó, pasando de 10.000 millones de dólares en 2016 a 22.000 millones de dólares en 2017. Con esta mengua de divisas, ¿cómo es que se logró entonces acumular la misma cantidad de reservas internacionales?
Gran parte de la respuesta hay que buscarla, además de en el endeudamiento público, en los ingresos por inversión y por préstamos financieros. Aquí también hay una cierta estabilidad en algunos de los componentes. Los préstamos financieros fueron similares en 2016 y 2017 (de 10.000 a 12.000 millones de dólares). También fue similar la Inversión Extranjera Directa, que osciló cerca de los 2400 millones de dólares en ambos años: muy alejada de la “lluvia de inversiones” prometida por el gobierno nacional.
Sin embargo, el ingreso de inversión de cartera, de corto plazo, principalmente orientada a colocaciones financieras, entre ellas la compra de las Letras del BCRA (Lebac), creció vertiginosamente de 1500 millones de dólares en 2016 a 10.000 millones de dólares en 2017.
Las variables que intervienen en la Cuenta Financiera son muchas, pero podrían establecerse relaciones interesantes respecto a la fuga de capitales. La relación entre endeudamiento público y fuga de capitales ya ha sido suficientemente explicada a partir de lo sucedido en los noventa. Pero me interesa agregar a este enfoque que en la actualidad la fuga de divisas también es posibilitada por los ingresos netos de inversión de cartera, que podrían huir “en manada” ante diversas tensiones como las que describe el comunicado del G20.
Es una situación conocida: la amplia liberalización de las transacciones financieras con el exterior genera fuerte volatilidad. Hasta el momento, ésta ha sido controlada tanto por el endeudamiento público, como por el ingreso de capitales de corto plazo. También a partir de marzo con la intervención en el mercado cambiario por parte del BCRA, como una nueva política definida para evitar eventuales divergencias entre la presión sobre el valor del peso y la visión del BCRA sobre la política monetaria, tal como se comenta en el último comunicado de Política Monetaria.
Esta breve descripción de las cuentas externas indica un esquema propenso a recibir los impactos negativos de la situación internacional. Problemática que, a nuestro entender, no se soluciona con una mayor apertura a los mercados, como intenta el gobierno, sino con una estrategia defensiva que requiere regular los flujos más volátiles, como los ingresos de capitales de cartera (así lo hacen muchos países), y también limitar los mecanismos de fuga de capitales.