Las corporaciones, presentes ante la inacción opositora

30/11/2014

Una sorpresiva designación en Brasil es el espejo de las renovadas presiones del establishment local.

Por Carlos Heller

Las dificultades que presenta el contexto global afectan de forma transversal a todas las economías de la región, que vienen sufriendo los impactos del menor comercio mundial, y la reciente baja en los precios de las materias primas.

En Chile, por ejemplo, se han conocido este mes los datos de la actividad económica, que en el tercer trimestre del año muestran un crecimiento del 0,8% interanual, el valor más bajo de los últimos cinco años. A su vez, merece una consideración especial la situación de Brasil, que para el Fondo Monetario Internacional crecería un 0,3% en 2014, mientras que para 2015 las proyecciones se encuentran en el 1,4%, un valor sin dudas moderado.

Siguiendo con Brasil, lo ocurrido en la fase previa y posterior a las elecciones presidenciales constituye un interesante ejemplo de las fuertes presiones que ejerce el establishment para definir y gestionar los resortes de las políticas públicas más importantes. Una muestra de ello fue la decisión adoptada por el Banco Central, a fines de octubre, de elevar al 11,25% la tasa de referencia de la política monetaria para contener las expectativas inflacionarias derivadas de la depreciación del real, la cual era alimentada desde los propios mercados financieros.

Igualmente, la noticia más relevante se conoció esta semana, con el nombramiento de Joaquim Levy como futuro ministro de Hacienda, un hombre del riñón de las finanzas, doctorado en la Universidad de Chicago, quien ya afirmó que la meta de superávit primario "es fundamental para reactivar el crecimiento", un típico razonamiento neoliberal. Levy omite mencionar intencionadamente que Brasil ha mostrado en la última década un crecimiento de los más bajos de la región, y que precisamente ello se debió a la utilización de esquemas macroeconómicos como el de metas de inflación, que derivó en altas tasas de interés, fuerte apreciación cambiaria y pobres niveles de inversión interna.

En cuanto al impacto económico sobre nuestro país, cabría esperar un real con una depreciación más acotada, y quizás una apreciación, algo que en principio favorece la competitividad de nuestros bienes, aunque por el otro lado el recorte fiscal y una menor competitividad externa tenderían a generar un menor crecimiento en Brasil y por ende una menor demanda de nuestras exportaciones.

En Argentina, toda esta situación contribuye a configurar un cuadro de restricción externa en el que también hacen su aporte el conflicto con los fondos buitre y los comportamientos especulativos montados alrededor de la cotización del dólar. El marco sirve para explicar el pulso de una coyuntura que da muestras de amesetamiento en el nivel de actividad, con reducción del superávit comercial y un ligero aumento del desempleo. De todas formas, hay que resaltar que los niveles de producción y ocupación continúan siendo elevados, lo cual echa por la borda la sensación de crisis inminente que los grupos dominantes pretenden instalar con miras a las próximas elecciones presidenciales.

En atención a esta coyuntura, el último jueves funcionarios de los gobiernos de Argentina y Brasil participaron de un encuentro para trabajar en "el fortalecimiento de la agenda bilateral y acordaron mantener reuniones periódicas mensuales para avanzar en la integración entre ambos países", según consta en un comunicado del Ministerio de Economía argentino. Allí se resaltó que "la estrategia conjunta de integración productiva es el mejor camino para que ambos países beneficien a su producción industrial y el comercio". No deja de ser una buena noticia, ya que implica la continuidad de un proceso conjunto y necesario de profundización de instituciones y políticas de Estado, con un horizonte de largo plazo, algo que requiere necesariamente la planificación estatal y no la quimera de la libertad de mercado.

 

INSTANTÁNEAS EMPRESARIAS. Este jueves se llevó a cabo una nueva reunión del Foro de Convergencia Empresarial, con la presencia en primera fila de los principales líderes de la oposición, quienes parecen competir para obtener la bendición del capital concentrado. A diferencia del Coloquio de IDEA, realizado en octubre, y en el que prevalecieron las críticas al gobierno nacional, esta vez el eje buscó trascender la discusión coyuntural y dejar plasmado qué se espera del próximo gobierno constitucional. La línea que atravesó el evento fue casi idéntica a la que el Foro bajó en su documento "Bases para Formulación de Políticas de Estado", donde sostenía: "Las propuestas de políticas de Estado en las que estamos trabajando podrían ser implementadas por cualquiera de las fuerzas políticas que gobierne el país", y de ahí que el argumento más repetido giró alrededor de la necesidad de fortalecer las instituciones, pero devaluando totalmente el valor de la política.

Por ejemplo, según Enrique Vaquer, de la Cámara de Comercio norteamericana en la Argentina (Amchan): "Necesitamos que los pesos y los contrapesos de la Constitución funcionen", una frase aparentemente aséptica, pero que no dejaría de ser una alusión obvia a la disconformidad empresarial respecto de muchas de las iniciativas del gobierno nacional, entre ellas las leyes que regulan las relaciones de producción y consumo. En última instancia, expresa la línea de las solicitadas que, al momento de debatirse esas leyes, presentara AEA, asociación que las considera "un grave avasallamiento al ámbito de decisión propio de las empresas privadas" y por ello las tilda de "inconstitucionales". En realidad, recurren a una lectura convenientemente sesgada de nuestra Constitución, reparando exclusivamente en el artículo 14, que en algunos de sus pasajes refiere al derecho a "ejercer toda industria lícita", pero no dicen nada sobre el 14 bis, que habla de "la participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección", o del propio artículo 42, que alude a los derechos de usuarios y consumidores.

En esta línea fue clarificador también el titular de Shell Argentina, Juan José Aranguren, quien en el "Encuentro de los Líderes" en la Rural señaló que el "gobierno intentó domesticar al sector privado" y sostuvo: "Nosotros tenemos nuestras convicciones, siempre tratamos de defender nuestros derechos", cuando en realidad podría interpretarse su frase como "el gobierno no dejó que lo domestiquemos".

Por su parte, Luis Betnaza, director de Techint y vicepresidente de la UIA, sostuvo en el Foro que "en el próximo gobierno no va a haber un debate por aumentar el mercado o el Estado, sino que se va a tratar de liberar las fuerzas del mercado". Esta concepción ideológica no debe ser pasada por alto, a la luz de la cruda historia que dejó la experiencia de los noventa, además de generar preocupación porque evidencia que se intenta condicionar desde ya al futuro gobierno.

Estas posturas proempresariales representarían un golpe de muerte a cualquier iniciativa como las que viene llevando a cabo el gobierno nacional desde el año 2003, en particular las que enfrentan los desafíos del contexto actual, que implican destinar más –y no menos– recursos hacia los sectores más desfavorecidos y hacia el consumo popular. Esta perspectiva de incentivo a la demanda se encuentra en las antípodas del ajuste neoliberal pregonado por las corporaciones y algunos miembros de la oposición, que de ser gobierno implementarían fuertes recortes del gasto social.

Al respecto, en la última convención anual de la Cámara Argentina de la Construcción (CAC), la presidenta Cristina Fernández habló de la importancia del plan de viviendas Pro.Cre.Ar y, haciendo alusión a los reclamos electoralistas de la oposición, instó a "definir claramente, de cara a la sociedad, quién financia y cómo se financia (la) infraestructura (que) es una obligación de todos los que pretenden conducir la Argentina", y agregó que "es ahí donde comienzan a aparecer las diferencias con otras fuerzas políticas".

Lejos de dar una respuesta, el alcalde Mauricio Macri prometió en el evento de la CAC que, de ser presidente, llevará adelante "el más ambicioso plan en materia de infraestructura de la historia argentina". De hecho, acaba de presentar en la Legislatura porteña un proyecto varias veces rechazado para autorizar la construcción de un shopping en Caballito por parte de la empresa IRSA, que demanda cambios en la zonificación para beneficiar al negocio inmobiliario, y que de llevarse a cabo derivaría en un verdadero colapso de la vida barrial. Así, desde lo retórico Macri pretende ajustarse a la máxima de Carlos Menem: "Si decía lo que pensaba hacer no me votaba nadie." Los pergaminos que decoran la gestión del PRO en la CABA son un testimonio suficiente para dar una idea cabal de su verdadero proyecto político.

Nota publicada el 30/11/2014 en Tiempo Argentino