La creación del Ministerio de Cultura implica no sólo la jerarquización del organismo del Estado dedicado a la gestión de políticas públicas para el sector, sino que inaugura una etapa en que la expectativa estará depositada también en el fortalecimiento de las industrias culturales nacionales, particularmente el cine, la música y el libro.
Por Juan Carlos Junio
Estas actividades artístico-productivas han sido fuentes generadoras de trabajo y riqueza, y en estos últimos años experimentaron un crecimiento exponencial. Según datos del Sistema de Información Cultural Argentino (SInCA), la cultura aporta en nuestro país el 3,7% del PBI, un porcentaje mayor que el que ofrece la minería o la pesca.
Según la Encuesta Nacional de Consumos Culturales y Entorno Digital, realizada durante el primer semestre del año pasado por la Universidad Nacional de San Martín en colaboración con la Universidad Nacional de Tres de Febrero, el cine nacional alcanzó en 2013, con 166 películas, un nuevo récord de producción. De acuerdo con estimaciones del Instituto Nacional del Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), cada film nacional da trabajo en forma directa a un promedio de 160 personas, entre técnicos, actores y personal de producción. Otro dato significativo es que en 2013 aumentó el porcentaje de espectadores en 5 puntos y también se duplicó respecto al año anterior la cantidad de films de origen nacional que están entre los 15 más vistos. El sector recaudó el último año $ 1.305 millones (datos del Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina), y se calcula que 46 millones de espectadores consumieron cine en nuestro país en el mismo período. Este conjunto de cifras dan cuenta de una fuerte actividad en términos culturales y económicos.
Según la Cámara Argentina del Libro (CAL), en 2012 se imprimieron en el país 97 millones de ejemplares y el Estado compró este año 13 millones de libros para distribuir en las escuelas públicas. La actividad del sector da cuenta de una zona fértil para las políticas del flamante Ministerio, favoreciendo la gestión y el fomento del libro como producto cultural y potenciando la riqueza simbólica y económica, fundamentalmente entre las pequeñas y medianas editoriales.
La industria discográfica continúa concentrada en grandes sellos transnacionales. Sin embargo, la facturación por venta de fonogramas durante 2012 fue de $ 402 millones de acuerdo a los registros de la Cámara Argentina de Productores de la Industria Fonográfica. La creación en 2013 del Instituto Nacional de la Música constituye una herramienta fundamental con la cual, desde el Ministerio de Cultura, se podrá intervenir para generar igualdad de oportunidades en el acceso a los medios productivos.
Resulta auspicioso saber que existe la decisión política de consolidar estrategias para generar rondas de negocios como las que se concretaron exitosamente en las diferentes ediciones del Mercado de Industrias Culturales. Como bien señaló la Ministra de Cultura Teresa Parodi, “las industrias culturales son generadoras de trabajo y vuelven como cultura, se retroalimentan. Eso existe, está ahí. Este Gobierno es el que más ha hecho por la Industria Cultural y por la cultura popular”. La creación del ministerio coloca a la cultura argentina en el nivel que merece y necesita para potenciar su aporte al crecimiento de nuestros valores, generar más oportunidades para los trabajadores de la cultura y fortalecer nuestra democracia.