10.12.12 l La mañana del sur l Nacionales
Carlos Heller planteó que este proceso tiene que ser progresivo y que se les debe cobrar más a los que más ganan. Sostuvo que su espacio político es parte del kirchnerismo pero con una identidad propia.
Por Francisco Carnese
Su caballo de batalla y el del partido político que integra es la promoción del proyecto de ley de servicios financieros, que busca derogar una norma de la última dictadura militar para reemplazarla por una regulación del sistema, que promueva el desarrollo económico y social del país. No obstante, Carlos Heller, diputado nacional del Frente Nuevo Encuentro y presidente del Banco Credicoop, advierte que muchos de los objetivos planteados en este proyecto se cumplieron con las reformas de la carta orgánica del Banco Central primero y del mercado de capitales después.
La semana pasada, Heller estuvo en Neuquén para participar de la presentación del frente kirchnerista que conformaron el Partido Solidario (PSol), Encuentro por la Democracia y la Equidad (EDE), la agrupación Octubres y el Partido Comunista. “Nuestro gran objetivo es contribuir a acumular fuerzas para que le de a este proyecto nacional mayor representación parlamentaria”, afirma.
¿Cómo se define Nuevo Encuentro dentro del proyecto que lleva adelante el gobierno nacional?
Nosotros nos sentimos parte de lo que llamamos un espacio kirchnerista en construcción, creemos que todo lo que está pasando no está claramente definido con estructuras, mecanismos y autoridades. Es un conjunto de expresiones que se está gestando y bien. No nos sentimos apoyando este proyecto sino parte de él y con una identidad propia.
¿Hay alguna cuenta pendiente en este modelo al que apoyan?
Estamos viviendo un proceso que no creía que iba a llegar a vivir. Después de los '90 y el 2001, con la desazón y el desencanto que había, parecía que habíamos llegado a un punto de inviabilidad, al borde de la disolución, sin política. Juzgar lo que se hizo es no olvidarse el punto de partida. Si se analiza lo que cambió la Argentina de 2003 para acá es enorme y de una gran magnitud. Todo lo hecho en materia de derechos humanos, garantías individuales, reconocimiento de derechos, políticas inclusivas, la integración regional en lugar de las políticas carnales, el rol del Estado. Son todos cambios notables. El otro rasgo es que el gobierno ha mantenido una convicción de rumbo altísimo y lo hizo en los momento más críticos, como cuando perdió en 2009. Si se miran las leyes y proyectos que se sancionaron después fueron de profundización del modelo. De lo que falta, seguro se podría hacer un libro.
¿Falta, por ejemplo, gravar a la renta financiera?
Nosotros impulsamos la ley de servicios financieros, esto no salió pero sí la reforma a la carta orgánica del Banco Central y esto tiene un montón de cosas del espíritu de nuestro proyecto. Entonces lo que hicimos, y eso es toda una definición, nos pusimos a la cabeza de esto y fui el miembro informante en la Cámara de Diputados de la reforma. Yo creo que nuestro proyecto es más avanzado y tiene cosas que permitirían profundizar la reforma financiara pero debemos aceptar que hay tiempos políticos. Se acaba de aprobar también la reforma al mercado de capitales y eso es otro avance que va en la misma dirección de la reforma financiera. Lo impositivo es algo que falta encarar. Yo sería partidario de una reforma amplia pero tenemos un fenómeno: se escuchan voceros de la oposición que en un mismo discurso quieren bajar las retenciones, el IVA, el impuesto a las ganancias, el 82% móvil, subir la asignación familiar, etc. Y eso no es serio, es demagogia, es subestimar la inteligencia del que escucha. Si queremos avanzar en las políticas de distribución, esto significa sacarle a alguien para darle a otro y la herramienta es la política salarial y la impositiva, y también las políticas de reparación social como la asignación universal. Está demostrado que el crecimiento solo no resuelve la justicia distributiva.
¿Hacia dónde debe apuntar una reforma impositiva?
A la progresividad, el impuesto es justo cuando es progresivo, no igualitario. En la discusión de ganancias, por ejemplo.
¿No es lógico este reclamo de subir el mínimo no imponible?
Sí y no. Yo creo que habrá que subir el mínimo no imponible, modificar las escalas y aumentar la progresividad, porque posiblemente en los salarios más altos un 35 por ciento es poco, en los países centrales se llega hasta un 45 por ciento y más. Entonces subimos el mínimo no imponible pero le cobramos más a los que ganan más. El concepto de mínimo no imponible es que no tiene que estar gravado alguien que trabaja y que necesita eso para vivir. Ahora, en la medida que esos sueldos se van haciendo más altos es razonable un impuesto al trabajo personal, de ahí para arriba escalas con progresividad. Hay que hacer una reforma impositiva pero sin desfinanciar al Estado nacional, hay que subir el mínimo, pero también el máximo. Una política impositiva progresiva sería una buena herramienta para intentar también moderar y evitar los aumentos de precios.
¿Cómo se puede trabajar sobre eso? Hasta el momento el Gobierno parece no haber encontrado la manera…
Ahí hay caras cuestiones, yo creo que en Argentina los precios aumentan porque hay puja distributiva, lo que quiere decir que el Estado transfiere recursos a sectores que no tienen capacidad de consumo y que pasan a tenerla. Mejoran los sueldos, las jubilaciones. Y los formadores de precios recuperan parte de esa transferencia vía aumento de precios, por eso lo llamo puja distributiva. Una de la maneras de resolver esto es estableciendo progresividad impositiva sobre la rentabilidad empresaria. Yo no estoy diciendo que no ganen, sino que así como digo que en los impuestos personales exista una progresividad si esto mismo existiera respecto de la rentabilidad se desalentaría a aumentar los precios porque aumenta lo que se tributa. Es más complejo el tema pero sería una de las grandes herramientas. La otra es la política de concertación que hasta ahora no ha dado resultado.
¿Cómo analiza el escenario económico del año que viene?
Va a ser mejor que el de este año, hay condiciones objetivas para decir que será así. El sector agrícola va camino a una muy buena cosecha con muy buenos precios, porque de pronto si la soja está en 540 dólares parece que se hubiera caído y está en un precio histórico altísimo, va a haber una muy buena cosecha. Brasil, que para nosotros es un socio importantísimo, está con políticas activas como en el sector automotriz, la venta de autos de Argentina a este país creció más del tres por ciento, esto es clave por lo que significa hacia el resto de las actividades y si a Brasil le va mejor esto repercute acá. Además, las políticas del gobierno nacional como el fortalecimiento del mercado interno hacen pensar que vamos a un año mejor que éste. Las obligaciones de deuda son menores, hay varios factores para suponer que no vamos crecer un 8 o un 9 por ciento pero sin entre cuatro y cuatro y medio por ciento, que es un buen nivel.
¿Cómo ve el proceso de la YPF estatal?
Me parece virtuoso, es una inversión necesaria versus beneficios posibles de obtener y esto no es sólo lo que la petrolera pueda ganar sino lo que el país pueda ahorrar en base a sus necesidades. Es un proceso clave para el desarrollo autónomo de la Argentina.
Se habla mucho de la necesidad de conseguir inversiones…
Yo no creo que sea el problema conseguir inversiones, la cuestión es conseguirlas y que no lesionen nuestra capacidad de manejo soberano. Todas las guerras en el mundo son por el petróleo, por lo tanto suponer que no hay interesados no es el asunto. La cuestión es que haya socios interesados que quieran obtener la rentabilidad lógica de una inversión pero que acepten los intereses nacionales y la importancia que tiene para Argentina su propia política hidrocarburífera.