16.12.12 l Tiempo Argentino l Opinión
Finalmente, el Tribunal del Mar ordenó por unanimidad del jurado la inmediata liberación "sin condiciones" de la Fragata Libertad, poniendo como fecha límite el 22 de diciembre. El dictamen del Tribunal representa un claro triunfo para el gobierno argentino y se desprenden del mismo muy valiosos significados políticos. El buque escuela había sido retenido el 2 de abril por un recurso presentado por los fondos buitre.
Por: Juan Carlos Junio
¿Qué expresaba esta acción ilegal e ilegítima de capitales usurarios, que medran sometiendo a sus designios a países en crisis? En primer lugar, la voluntad de castigar a la Argentina por su posición soberana en materia de política económica y financiera, una de cuyas expresiones más fuertes fue el canje de la deuda, al cual se le aplicó una punción extraordinaria cercana al 70%, propiciada por el gobierno de Néstor Kirchner y sostenida en forma consecuente durante la primera gestión de la actual mandataria.
En segundo lugar, revela la naturaleza predadora de la actual fase del capitalismo de casino, que no repara en ningún escrúpulo que atente contra su innoble voluntad de acumulación.
Sin embargo, la irracionalidad de los fondos buitre y la pretendida sanción ejemplificadora que expresaba la decisión de retener a la Fragata Libertad chocaba con la propia dinámica del orden financiero mundial.
Habilitar la demanda de los buitres, en este caso el secuestro de nuestra fragata, hubiese implicado dar un paso más en el espiral de la crisis global que sacude al epicentro del mundo capitalista y muy especialmente a los países europeos, muchos de los cuales están en plena gestión de reestructuración de sus propias deudas.
La decisión del Tribunal del Mar viene a poner cierto grado de racionalidad a disposiciones que –sostenidas en la razón mercantilista a cualquier costo– hubiesen agravado la ya complicadísima situación del actual orden mundial.
Así las cosas, llama la atención la actitud sostenida por los medios oligopólicos y no pocos representantes de las fuerzas políticas opositoras, que abiertamente o en forma velada avalaron la inmoral resolución de un juez en Ghana, arrastrados por la línea política de los monopolios mediáticos y solazándose –con tal de desgastar al gobierno nacional– en el acompañamiento de disposiciones inadmisibles.
Decíamos al inicio que el caso tiene diversos y valiosos sentidos políticos. A la luz de los hechos concretos, quizás el principal está dado en la ratificación de que somos una nación soberana, con un pueblo cada vez más comprometido con su destino y su identidad, y con riquezas e intereses económicos que deben ser defendidos frente a los grandes poderes mundiales. Eso es lo hecho por la Presidenta de la Nación en este trascendente episodio, que seguramente será valorado positivamente por la mayoría de nuestro pueblo.